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Reportaje:

El macabro final de la pareja que simbolizó la esperanza tras el 'Katrina'

Un año después de que forjaran su relación en medio del desastre, Zakery Bowen se ha suicidado tras despedazar a Addie Hall

Eran jóvenes y guapos y fraguaron su romance en una Nueva Orleans devastada por el Katrina. Tres diarios estadounidenses les convirtieron en un ejemplo de esperanza para los supervivientes del huracán. Un año después, la historia de Zakery Bowen y Addie Hall ha terminado de forma inimaginable: Bowen se ha suicidado después de descuartizar a Hall.

El que fue presentado como un cuento de amor en medio de la adversidad no ha terminado con románticas escenas en el bohemio barrio francés de Nueva Orleans, donde pudo verse a Bowen, en un acceso de ingenio, fabricar una cocina con un cubo de metal, donde ella mostró sus pechos al paso de coches de policía o donde ambos sobrevivieron comerciando con alcohol y suministrando información a periodistas a la caza de buenas historias.

El pasado martes, Bowen, de 28 años, se arrojó desde el séptimo piso de un hotel de Nueva Orleans, no sin antes grabar con una cámara de vídeo sus vacilaciones antes de lanzarse al vacío. Cuando la policía llegó al lugar de los hechos, encontró una carta de Bowen en la que pedía a los agentes de la autoridad que fueran al apartamento que había compartido con Hall, de 30 años. Allí, en la cocina, la policía halló la cabeza de la chica, carbonizada e irreconocible, en el interior de una olla, sus brazos y sus piernas en el horno, y su torso dentro del frigorífico, según cuenta hoy el periódico británico The Times.

Una segunda carta dirigida también a la policía explicaba con todo lujo de detalles cómo había dado muerte a Hall, a la que estranguló en el baño antes de trocear su cuerpo. Bowen había estado viviendo durante casi dos semanas con el cadáver de la joven.

Él, originario de California y padre de dos hijos, trabajaba, como Hall, de camarero y sirvió al Ejército de EE UU en Afganistán e Irak. Su comportamiento, según los vecinos, era el de un ciudadano normal. Su cuerpo presentaba 28 quemaduras de cigarrillo, las cuales, según su propio testimonio, representaban cada año de su vida. En sus misivas, dice, al referirse a la escuela, el trabajo, el Ejército, el matrimonio, la paternidad, la ética, el amor, que, "en cada uno de estos asuntos, al final, fracasé".

Hall se enamoró de Bowen en la noche en que el huracán Katrina golpeó con furia Nueva Orleans, cuando ella le ofreció guarecerse de la apocalíptica tormenta. Nunca imaginó que aquel día firmaba su sentencia de muerte. El dueño de la casa que alquilaron, Leo Watermeir, situada justo encima de un local dedicado al vudú, relató que Bowen le había contado que Hall le había echado a patadas del apartamento por mentirla. "Ahora que pienso -añadió-, creo que estuvo bastante nervioso en los últimos días".

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