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La recta final de las legislativas en EE UU ofrece un negro panorama al partido de Bush

A un mes de las elecciones, una encuesta revela que el 53% quiere una victoria demócrata

Cuando arrancan las últimas semanas de campaña para las legislativas del 7 de noviembre, no hay nada en el escenario político estadounidense que no presagie una catástrofe para los republicanos. ¿Similar a la que hace doce años sufrieron los demócratas cuando perdieron el control del Congreso? Un mes y los recursos de la maquinaria republicana son elementos que aconsejan la cautela, pero si no es ahora, ¿entonces, cuándo?, se preguntan los demócratas, convencidos de que el gran cambio está en puertas y próximo a producirse.

"Y el Señor dijo: no es bueno que el hombre esté solo". George W. Bush escuchó ayer la lectura del Génesis en el servicio religioso al que acude con su esposa Laura los domingos en la iglesia de San Juan, frente de la Casa Blanca, cruzando la plaza Lafayette.

Hace un mes, el presidente acometió con ímpetu la celebración del quinto aniversario del 11-S para recordar que la lucha contra el terrorismo sigue en pie, y el esfuerzo le hizo ganar casi diez puntos en los sondeos. Ahora, tras una semana en la que todo lo que podía salir mal le ha salido mal, Bush vuelve a estar casi solo: el escándalo del congresista Mark Foley, la aparición del nuevo libro de Bob Woodward y el incremento de soldados muertos en Irak, tiran de nuevo las encuestas y desatan el pánico entre los republicanos.

En la gran polvareda, el discurso sobre terrorismo se pierde. Y aunque Bush no se presenta a las elecciones, lo que le queda en la Casa Blanca será un infierno si los demócratas culminan su larga travesía por el desierto con la toma del Capitolio.

Eso es lo que un 53% de estadounidenses quiere en noviembre, frente al 35%, según el último sondeo del semanario Newsweek, que pone patas arriba dos bastiones republicanos: un 42% cree que los demócratas manejarían mejor los valores morales, frente al 36%; y un 44% dice que los demócratas llevarían mejor la guerra contra el terrorismo, frente al 37%.

Si el sondeo es fiable, son resultados devastadores para las esperanzas republicanas, igual que lo es el 33% de respaldo de Bush (la media de todos los sondeos es del 37,4%). El experto Charlie Cook recuerda que este apoyo es "un factor clave en las legislativas de mitad de mandato" y que en 1994, "cuando los demócratas quedaron destrozados", Clinton tenía el 39%.

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Otro sondeo, del Pew Center, señala que el caso Foley -el escándalo del ex congresista que intercambiaba mensajes inapropiados con jóvenes auxiliares de la Cámara- no altera aún las inclinaciones de voto; la mala noticia, para la Casa Blanca, es que lo que pesa en el electorado es Irak: el 58% cree que las cosas no van bien. Es cierto que en unas legislativas cuentan mucho los factores locales, pero de nuevo la mala noticia para los republicanos -y óptima para los demócratas- es que sólo el 23% del electorado votará dando prioridad a lo local.

¿Qué va a ocurrir el 7 de noviembre? Hasta hace una semana, los republicanos creían que era posible recuperarse de un pésimo verano -en realidad, de un pésimo año- y salvarse de la quema con algunos recortes, pero sin perder el control (para ello, los demócratas necesitan ganancias netas de 15 escaños en la Cámara y seis en el Senado). Es ya difícil mantener esa línea.

En 1994, los demócratas perdieron 54 escaños en la Cámara. "A un mes de las elecciones es difícil imaginar una derrota similar", señalan Larry Sabato y David Wasserman en RealClearPolitics, pero recuerdan que el caso Foley "revive los asuntos de corrupción y otros escándalos" de una mayoría republicana a la que el poder le ha restado reflejos; igual que el libro de Woodward sobre Irak, sin decir casi nada nuevo, pone en primer plano la incompetencia del Gobierno.

¿Esta marejada de crisis cristalizará en un gran tsunami? Así lo cree el cáustico James Carville, uno de los magos de Clinton: "Los republicanos están en desbandada y les podemos noquear atizándoles con todo lo que tenemos a mano". Pero el hombre que lleva el timón del Partido Republicano no pierde la calma. "Hay pánico cuando uno se ve sorprendido", dice a Time Ken Melhman. "Estamos listos para las elecciones más difíciles de los últimos diez años".

George W. Bush saluda al salir de la iglesia ayer en Washington.
George W. Bush saluda al salir de la iglesia ayer en Washington.AP

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