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La vuelta de un preso de la CIA

El islamista radical Abu Omar, secuestrado en Milán, recobrará la libertad después de tres años recluido sin cargos en una cárcel egipcia

Enric González

Abu Omar, el imán radical secuestrado en Milán por agentes de la CIA y de los servicios secretos italianos, podría recobrar la libertad en las próximas semanas. Después de pasar más de tres años en una cárcel egipcia, sin acusaciones formales ni juicio, Omar dispone ya de un abogado y, a petición de la Fiscalía milanesa, ha realizado una declaración en la que explica los detalles de su detención ilegal. Su posible retorno a Italia relanzaría el proceso contra 26 agentes de la CIA, ocho miembros del espionaje militar italiano y un carabiniere, y aportaría nuevos datos sobre las acciones encubiertas del espionaje estadounidense en Europa.

El abogado de Abu Omar es Montasser al Zayat, ex miembro de Jamma Islamiya, ex compañero de celda de Al Zawahiri (número dos de Al Qaeda) y defensor de numerosos acusados de terrorismo. Según Al Zayat, el egipcio Abu Omar compareció el 6 de abril ante un tribunal de El Cairo para prestar una declaración solicitada por los magistrados milaneses. El juez instructor de Milán había pedido estar presente durante la declaración, pero no se le avisó y hasta la fecha no ha recibido la transcripción del interrogatorio. Sólo se sabe del relato de Abu Omar a través de su abogado.

Su previsible retorno a Italia puede reabrir un proceso contra ocho espías militares

Según el abogado, Omar explicó que el 17 de febrero de 2003 caminaba por la calle Guerzoni de Milán cuando una furgoneta roja se detuvo ante él. Del vehículo descendió un hombre "que hablaba inglés con acento americano" y se identificó como policía. "Me pidió todo lo que llevaba: el pasaporte, el permiso de residencia, el móvil y 450 euros". Luego aparecieron otros hombres. "Me golpearon y me empujaron al interior de la furgoneta, donde me cubrieron el rostro". Hubo "un primer desplazamiento en la furgoneta" (hasta la base militar estadounidense de Aviano, según los fiscales) y "otro en avión" (hasta el aeropuerto militar estadounidense de Ramstein, en Alemania). "Me golpearon tanto", dijo, "que tuvieron que hacerme un masaje cardiaco".

En Alemania, siguió Abu Omar, le retiraron la capucha y se encontró "ante al menos 15 hombres, todos con uniforme y con el rostro cubierto". "Me fotografiaron, volvieron a golpearme, me obligaron a cambiarme de ropa y me vendaron la cara con cinta adhesiva. Entonces me cargaron en otro avión". Ya en El Cairo, Abu Omar fue trasladado a un edificio que él identificó como una sede de los servicios secretos egipcios. Allí se le ofreció la posibilidad de convertirse en confidente. "Trabaja para nosotros: volverás a Italia y nadie sabrá nunca nada de esta historia", fueron, según el imán secuestrado, las palabras textuales.

El abogado Al Zayat declaró al Corriere della Sera que su cliente podría quedar libre en poco tiempo, según le habían hecho saber fuentes oficiales del Ministerio de Justicia egipcio. Omar estaría dispuesto a regresar a Italia. Su presencia relanzaría un proceso que parece haber llegado a un callejón sin salida. El Gobierno italiano no ha pedido formalmente la extradición de los 26 miembros de la CIA procesados, porque sabe que Washington rechazaría la solicitud y se produciría un roce inútil. El jefe de la CIA en Italia cuando se produjo el secuestro, Robert Seldom Lady, le dijo a su mujer (que sigue residiendo en Italia) en una llamada telefónica que no se preocupara porque sus jefes habían intervenido ya para "frenar las cosas".

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Por otra parte, el director del Sismi (servicio de espionaje militar italiano), Nicoló Pollari, se niega a declarar sobre su presunta implicación en el secuestro acogiéndose al secreto de Estado. Dos de sus colaboradores más directos ya fueron detenidos en junio, y su situación resulta difícilmente sostenible. Su destitución podría ser cuestión de poco tiempo.

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