Comemos peor de lo que pensamos

De 0 a 10, los madrileños puntúan con un 7,3 su alimentación. Pero los datos oficiales demuestran que su dieta no es tan sana y equilibrada. Según la Encuesta Nacional de Salud de 2003, el 42,2% de los habitantes de la región pesaba más de lo debido. Y, desde entonces, la tendencia al sobrepeso ha aumentado. La Consejería de Sanidad presentó ayer un estudio del que se desprende que sólo un 1% de los madrileños modera su alimentación por considerar que la obesidad constituye un problema de salud. En cambio, más del 5% lo hace por dolencias como el colesterol o la hipertensión.

"Todavía no hemos interiorizado que la obesidad es un problema de primer orden", apunta el subdirector general de Alimentación, Felipe Vilas. Y la prueba de ello es que del 21,5% de los entrevistados que dice tener algún problema de salud que limite su alimentación, sólo menciona el sobrepeso en sexto lugar.

El Estudio de los hábitos alimentarios en la Comunidad dibuja un panorama en el que los madrileños se muestran encantados con su dieta y con la de sus hijos. Los padres califican con un 7,9 la calidad de la alimentación de los niños. El grado de satisfacción entre los adultos con la comida que los escolares reciben en el comedor es de 7,4 puntos y también están muy satisfechos con la información que reciben sobre la dieta de sus hijos. Aunque la mayor parte de los 2.001 consultados en el informe consideran que alimentan bien a sus hijos, el 82,4% atribuye a los padres la responsabilidad de los casos de obesidad infantil. Tras ellos, la comida basura es el segundo factor al que achacan este problema sanitario.

Vilas asegura que los menús escolares están controlados por la consejería, pero lo que cada niño come en casa ya es otra cosa. Su consumo de carne y derivados y dulces y bollería es muy superior al recomendado. Los que tienen entre 15 y 16 años toman 3,1 raciones de carne y 1,3 de bollos diarias, cuando los expertos aconsejan no más de dos o tres cada semana y mes, respectivamente. Por el contrario, comen menos verduras y fruta fresca de la que deberían.

"Creemos que nuestro menú mediterráneo es muy variado y sano, pero no nos damos cuenta de que en los últimos años nuestros hábitos han variado sustancialmente. Hacemos mucho menos ejercicio físico, pero nuestra dieta calórica permanece similar", señala Vilas. Entre los problemas, el responsable de la consejería apunta el excesivo consumo de grasas saturadas (productos cárnicos, bollería industrial y chucherías) y el déficit de frutas, hortalizas, fibra e hidratos de carbono de cadena larga (patatas, legumbres...).

Es curioso comprobar que el estudio refleja una tendencia entre los madrileños con menor renta a considerar que su dieta es más rica y variada que la de aquellos con un nivel social superior. Los hombres y los jóvenes son más críticos con sus hábitos en la mesa que las mujeres y los mayores.

Otra conclusión del informe es que más del 97% de los madrileños realiza las tres ingestas principales (desayuno, comida y cena), mientras que almuerza el 56% y merienda el 51%. Además, el 36% de los consultados come fuera de casa al menos una vez durante la semana y sólo el 10% desayuna o cena habitualmente en locales públicos.