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Reportaje:Otros medios de transporte

Por Europa en dos ruedas

Los ayuntamientos de París, Londres, Estocolmo y Amsterdam impulsan el uso de la bicicleta como vehículo

El uso de la bicicleta se ha generalizado en las grandes ciudades europeas donde se ha convertido en un método más de transporte. Ésta es la situación de algunas de ellas.

La apuesta de Livingstone LONDRES

Londres no es todavía una ciudad para ciclistas, pero aspira a serlo. De momento, con sólo un 2% de viajes en bicicleta, está por debajo de Berlín (5%) y Munich (12%) y a distancias siderales de Copenhague (20%) y Amsterdam (28%). Pero el alcalde, Ken Livingstone, está empeñado en que los londinenses le pierdan el miedo y empiecen a utilizar el vehículo que menos contamina la ciudad y, a juicio de los más optimistas, el más rápido en los barrios del centro a hora punta.

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El problema no es tanto la distancia como la jungla de calles enrevesadas, la presencia de miles de coches y autobuses y la falta de aparcamientos vigilados donde dejar la bicicleta sin riesgo de que la roben o que se la lleve la policía por razones de seguridad en una ciudad especialmente paranoide con el terrorismo en estos tiempos.

Los esfuerzos de Livingstone para fomentar el uso de la bicicleta pasan menos por la creación de carriles exclusivos y más por enseñar a la gente a usar la bici y a aprender las rutas menos peligrosas. El Ayuntamiento ha editado hasta 19 mapas de distintas áreas marcando las calles más adecuadas para los ciclistas. Cada año se organiza una semana dedicada a la bicicleta, existe un Centro de Excelencia Ciclista y en determinados fines de semana funciona un equipo de doctores que supervisan gratuitamente las bicicletas que quieren someterse a una revisión para confirmar que están en óptimas condiciones de seguridad.

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La bici sale barata en una ciudad en la que el transporte consume un alto porcentaje del presupuesto familiar.

270 kilómetros de carriles PARÍS

El Ayuntamiento de la capital francesa se precia de disponer de 200 kilómetros de pistas para ciclistas, a las que hay que añadir otros 70 kilómetros de los carriles bus que también están a su disposición. Desde que ocupa la alcaldía, el socialista Bertrand Delanöe, ha puesto en marcha una política destinada a favorecer las bicicletas. Los domingos y los días festivos, una parte de los muelles del río Sena y de los canales quedan reservados a los peatones, ciclistas y patinadores. El Ayuntamiento recuerda que todos los que van sobre ruedas deben someterse a ciertas reglas y que pueden incluso ser multados. Es obligatorio el timbre (o similar), dos frenos, luces de posición y un seguro de responsabilidad civil. La bicicleta, incluso, se ha convertido en una atracción turística. Cuando llega la primavera, e incluso a veces en los días soleados del invierno, es habitual encontrar en las encrucijadas de los bulevares de París enjambres de ciclistas con aire de turista concienciado, que esperan la llegada de los rezagados antes de seguir adelante en su descubrimiento de la ciudad. La oferta de alquiler es enorme. Cerca de las principales estaciones y de los más importantes ejes turísticos hay decenas de tiendas que ofrecen paquetes de un día, un fin de semana o toda la semana.

Uso generalizado AMSTERDAM

Un 75% de los casi 750.000 habitantes de Amsterdam posee una bicicleta y un 50% la usa a diario. A pesar de ello, cuando se la roban -algo que ocurre en la capital holandesa cerca de 50.000 veces al año- le resulta casi imposible describirla a la policía. Para los turistas, resulta idílica la imagen de Amsterdam sembrada de bicicletas de todos los tamaños y para todas las generaciones. La ciudad dispone de una red completa de carriles bici, excepto en el corazón de los canales. Allí hay que manejarse con mayor destreza que nunca en unas calles estrechas y con tráfico de coches. Según el consistorio, el espacio destinado al ciclista depende del trazado de su zona de residencia, pero las reglas son uniformes. Por ejemplo, en los cruces más difíciles, tiene prioridad la bici. Si éstos giran a la derecha, el automóvil debe dejarles pasar. Si lo hacen a la izquierda, el coche tiene preferencia.

Aparcar tampoco es un gesto tan simple como pudiera parecer. Está prohibido en los puentes, un lugar muy popular por la comodidad de las barandas. La policía puede retirar esas bicis y llevarlas al depósito como si fuera un coche. Y la falta de luces adecuadas es motivo de multa.

Aire mucho más limpio ESTOCOLMO

Hace cinco años, circulaban diariamente en verano por la ciudad de Estocolmo, de entre 25.000 a 30.000 ciclistas. Hoy lo hacen cerca de 100.000 y las perspectivas son de que esa cifra continúe en aumento. La mayoría lo hace por algunas de las pistas que, paralelas a las vías normales de tráfico, han sido construidas por las autoridades comunales. Se estiman en aproximadamente 350 kilómetros los caminos para bicicletas, en toda la ciudad, que cuenta, incluyendo sus aledaños con 1,5 millones de habitantes. Dos motivos principales, han impulsado en Suecia, y particularmente, en la capital, el fomento del uso de la bicicleta: la salud colectiva y la preservación del medio ambiente. El Instituto de la Salud Popular estima que la práctica del ciclismo es un complemento importante en el cuidado de la salud corporal y física. Las razones medioambientales son obvias, la bicicleta no contamina.

El aire de Estocolmo está mucho más limpio y sus habitantes totalmente satisfechos. La Dirección General de Tráfico tiene un departamento exclusivamente dedicado a los problemas del ciclismo ciudadano. El primer Plan Nacional sobre el uso de la bicicleta en la ciudad data de 1978 pero fue en 1998 cuando la actividad se encaró en forma sistemática. En la actualidad se está desarrollando el Plan correspondiente al 2006.

Mejora ambiental ROMA

En Roma la gente utiliza poco la bicicleta a causa de dificultades objetivas. Los caminos estrechitos, los desniveles y la pavimentación antigua de muchas calles, que la hacen un tanto peculiar, son verdaderos enemigos de los ciclistas que, al no ser expertos, están en serio riesgo.

Sin embargo, en el curso de la primera gestión del popular alcalde Walter Veltroni, la circulación en bicicleta ha pasado a constituir un capítulo a parte entre los proyectos de la secretaría de ambiente. La situación de Roma no se puede comparar con la de otras capitales del norte de Europa, que disponen de todas las facilidades para los ciclistas. Desde hace algunos años se empezó, por lo menos, a hablar del tema.

El Ayuntamiento se comprometió en proyectos para favorecer el uso de la bicicleta como medio de transporte realmente alternativo al automóvil. Para lograr esto, lanzó una serie de iniciativas que miran a la integración del transporte público con las dos ruedas, a través de la creación de plazas de aparcamiento en correspondencia con las principales estaciones de trenes y metro, y adaptando autobuses y vagones para que puedan llevar bicicletas en determinadas franjas horarias.

Pero las buenas intenciones no son suficientes y mucho falta por hacer todavía. Las pistas ciclistas, por ejemplo, son pocas y mal conectadas entre ellas. Los datos oficiales hablan de 150 kilómetros de carreteras exclusivas para ciclistas, pero según el recuento de Critical Mass (movimiento internacional que defiende los derechos de los ciclistas), éstos se reducirían a unos 50 kilómetros si se calculan los tramos que realmente sirven para la movilidad interna de la ciudad.

Sin embargo los ciclistas han aumentado, gracias a una intensa campaña de sensibilización, y las propuestas para mejorar su vida llegan de todos lados. Entre otras, la Federación Italiana Amantes de la Bicicleta promocionó una guía, que es un verdadero manual de supervivencia para los ciclistas en Roma, en venta en todos los quioscos.

Información de Walter Oppenheimer (Londres), J. M. Martí Font (París), Isabel Ferrer (Amsterdam), Ricardo Moreno (Estocolmo) y Laura Lucchini (Roma).

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