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Reportaje:

Un impuesto para regular el tráfico

El Congreso de Movilidad que hoy comienza debatirá propuestas como el sistema de peaje utilizado por Estocolmo

Mientras los políticos madrileños siguen sin atreverse a tomar una decisión sobre si cobrar un peaje a los vehículos que entren en la capital, los ciudadanos de Estocolmo aprobaron hace justo una semana en referéndum la imposición de una tasa que busca reducir los atascos, la contaminación y el ruido en la capital sueca. El resultado del plebiscito -51,5% frente a 45,8%- hizo definitivo un sistema que llevaba ya a seis meses a prueba. De ésta y otras fórmulas para combatir el omnipresente atasco se hablará a partir de hoy en el Congreso Internacional de la Movilidad, que acoge Madrid.

Como los experimentos primero deben hacerse con gaseosa, las autoridades municipales de Estocolmo (que tiene unos 800.000 habitantes) decidieron en agosto de 2005, antes de poner en marcha el peaje, un plan de inversiones en el transporte público de la ciudad. Fueron creadas 16 nuevas rutas de autobuses, se pusieron en movimiento 197 vehículos más, aumentó la frecuencia de los trenes de cercanías y se habilitaron 2.800 nuevas plazas de aparcamiento.

Las autoridades suecas hicieron antes un plan de inversiones en el transporte público
En los siete primeros meses de prueba, la circulación de coches se redujo un 22%
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El peaje comenzó el pasado 3 de enero y fueron instalados, únicamente los días laborables, 18 puntos de control entre las 6.30 y las 18.30. La tasa es de 10, 15 o 20 coronas suecas (un euro equivale a 9,2 coronas), y resulta más cara en las horas punta de la capital nórdica: entre las 7.30 y las 8.30 y entre las 16.00 y las 17.30. El importe máximo es de 60 coronas por día y vehículo.

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Para que el remedio no sea peor que la enfermedad los puntos de control no tienen barreras ni puestos de pago en efectivo, como los peajes de las autopistas. El sistema funciona así: las matrículas de los vehículos son registradas por cámaras fotográficas. Nunca deben aparecer en las imágenes los conductores, pasajeros u objetos que vayan en el interior de los coches. Es el dueño del vehículo, no el conductor, quien debe abonar la tasa, y lo puede hacer a través de Internet o en cualquier tienda Pressbyran (quioscos) o Seven Eleven. Si no se paga a tiempo se van sumando recargos a la tasa, que pueden llegar a ser de 500 coronas.

"En el primer mes hubo casos de gente que ocultaba las matrículas de sus coches e incluso llegó a haber quien puso placas robadas, pero en general la gente se acostumbró, considerando que era algo molesto pero necesario", recuerda Luis Garrido, chileno con más de tres décadas de residencia en Suecia. "Los jóvenes eran los que estaban más en contra y los viejos los más partidarios, por la seguridad", añade.

El sistema de peaje no afecta a los vehículos de emergencia, diplomáticos, militares, taxis, motocicletas, de discapacitados ni a los que funcionen total o parcialmente con electricidad, alcohol u otros combustibles no contaminantes.

Los ciudadanos de Estocolmo acudieron a las urnas el pasado día 17 con conocimiento de causa. Las autoridades se habían encargado de dar publicidad a los resultados de los seis meses de experimento. Por ejemplo, entre el 3 de enero y el 31 de julio, el tráfico en la capital sueca se había reducido un 22% de media respecto al año anterior; los tiempos de atascos cayeron más de un tercio en las horas punta y el dióxido de carbono lo había hecho un 40%. También disminuyó el número de accidentes.

Los vehículos privados fueron los que más contribuyeron a la reducción del tráfico (30%), muy por delante de los camiones (10%). El peaje también tuvo el efecto de impulsar la venta de automóviles ecológicos: la pasada primavera uno de cada cinco coches nuevos en Estocolmo era un vehículo limpio.

La tasa influyó en las pautas sociales de los habitantes de la capital sueca. Durante el periodo de prueba del sistema, los trayectos utilizando el transporte público para ir a trabajar o al colegio aumentaron un 12%, y un 11% en el caso de ir de tiendas. El uso del coche privado cayó un significativo 10%.

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