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Reportaje:Cambio demográfico en la capital

La reconquista del centro histórico

Inmigrantes y nuevos artistas rebajan la edad media en el Madrid castizo

Daniel Verdú

Saj Abedin vive en su casa con cinco personas más: su mujer y otras dos parejas. Es de Bangladesh y tiene un pequeño colmado. Pagan 750 euros por un piso de 70 metros cuadrados en la calle Lavapiés. Está encantado en el barrio. "Hay muchos inmigrantes y la vida así es más fácil para nosotros", dice.

David vive con Terenia en 50 metros cuadrados de la calle Zurita. Ella es camarera y él es socio de No pretendas, un estudio de realización y animación. Va a todos lados con su vespa y ha viajado por media Europa con su furgoneta. Son jóvenes, abiertos y, pronto, también padres.

Lavapiés asiste a un proceso de gentrificación. El término es un neologismo que deriva de gentrification, que puede traducirse como ennoblecimiento. Como en otras ciudades, la inmigración y los jóvenes de clase media con profesiones liberales reconquistan los centros históricos olvidados por las administraciones. Los artistas encuentran un sitio barato para montar estudios y viviendas, y los inmigrantes, un lugar ideal para que la casa no sea una losa insoportable a final de mes. El resultado son barrios como el Raval en Barcelona, Lavapiés en Madrid o Kreuzberg en Berlín. Puro mestizaje. Al final, sin embargo, tras convertirse en un lugar de moda y ocio la zona aumenta su valor urbanístico y los más desfavorecidos terminan siendo expulsados de la zona. El paradigma de este desenlace son los barrios de Nueva York de Soho o Williamsburg.

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Por ahora, los restaurantes hindúes y las heladerías modernas conviven con las teterías árabes y los bares de copas de afamados cantantes. Héctor, un indigente cubano, duerme en medio de la plaza mientras en la calle Argumosa decenas de jóvenes saborean cócteles en las terrazas. "Cada vez viene más gente modernilla al barrio, pero sigue siendo un sitio donde te tienes que relacionar por fuerza con el vecino. Vivimos pegados", cuenta David.

Con la llegada de los inmigrantes la zona se ha rejuvenecido enormemente en los últimos años. A las seis de la tarde los niños juegan en las plazas y cualquier esquina sirve de improvisada portería. El Centro Dramático Nacional, el Museo Reina Sofía o la filmoteca convierten la zona en un foco cultural. Una caña, un euro.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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