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Reportaje:

Un triatlón en tacones

Diez corredores compiten a zancadas por la calle de Pelayo sobre unos zapatos altos durante las fiestas del Orgullo Gay

Un reto para un periodista intrépido: correr con tacones a lo largo de 500 metros de la calle de Pelayo, en Madrid. Por primera vez en su vida. Y encima, superando pruebas en el camino. Nada que envidiar al triatlón olímpico. "Es lo más mítico de las fiestas de Chueca", asegura José Macías, de la tienda SR, que junto a los bares LL y Eagle organizan desde hace nueve años la carrera. "Al principio éramos tres los que participábamos", recuerda Macías, bicampeón en las primeras dos ediciones, "ahora lo tenemos que limitar a diez porque no caben más personas en la calle".

Horas antes, la inusual competición genera expectativa en el barrio. Los peatones preguntaban recurrentemente: ¿dónde es la carrera con tacones?

Los galácticos de Chueca se congregan en un escenario a las ocho de la tarde. Allí, según el orden de llegada, escogen entre un surtido de tacones de diversos colores y formas. "Coge el más ancho, que correrás más", le aconseja un travestido al periodista. Éste protesta: "Calzo un 44 y sólo hay del 40". Al final, el corredor novato se sube a unos zapatos negros con motivos florales, de cuatro números menos. Con el equipo apropiado, los zidanes corren hasta el cruce de Pelayo y San Marcos, para calentar y esperar la salida.

Un bolso lleno de ladrillos

En el sprint inicial el periodista ya teme por su vida. O al menos, por la integridad de sus tobillos. Y observa con envidia a los experimentados y con miedo a un participante subido a unas plataformas de 15 centímetros. Tras unos cien metros, los corredores saltan para alcanzar una peluca que cuelga de una cuerda. Tras el aterrizaje, doloroso para los no familiarizados con los tacones, el novato se coloca la que ha cogido: una negra con mechones blancos, larga hasta la cintura. Sigue hasta el escenario, donde tiene que ponerse un vestido azul con florecitas y pintarse los labios. También por primera vez en su vida. Nueva carrera hasta el bar Eagle. Hay que recoger un bolso lleno de ladrillos y volver al escenario. El periodista choca con el gigante de las plataformas. Las aceras, atestadas de público, rugen: "Se te rompió un tacón".

Milagrosamente, el novato cruza la meta en quinto lugar, tambaleándose sobre unos zapatos que aprietan y unos tacones de seis centímetros ya quebrados. Los dos primeros son descalificados porque su calzado cedió en algún punto del recorrido. Pedro Medina, un madrileño de 19 años, se beneficia de las descalificaciones: debuta en la competición con el tacón derecho y se va a casa con 400 euros. La práctica es fundamental para triunfar en este deporte. "Yo practiqué media hora antes de salir de casa", asegura David Ruenda, subcampeón de la prueba. El año pasado también fue segundo, y en 2004 quedó tercero. Los codazos y empujones son frecuentes, para regocijo de los espectadores. "Se ponen muy bestias", asegura Macías.

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