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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una caricatura

La comisión de investigación del terrible accidente en el metro de Valencia se pondrá en marcha hoy en unas condiciones que sólo pueden calificarse de grotescas. El PP valenciano, en el Gobierno de la Generalitat desde 1995, deseoso de sacudirse toda responsabilidad política en una catástrofe que costó 43 muertos, no ha tenido empacho alguno en organizar una comisión que zanjará las comparecencias en apenas cuatro días, con las conclusiones listas y dispuestas el 2 de agosto. Produce la sensación de que la Generalitat valenciana y los responsables de sus ferrocarriles pretenden despachar como un trámite veraniego un caso que merecería una investigación exhaustiva y un debate público sobre las condiciones de los transportes en la región.

Según el calendario previsto, aprobado bajo el férreo control parlamentario del PP, los grupos políticos dispondrán de apenas 14 horas (si no duermen) para examinar la documentación pertinente, que todavía se estaba entregando ayer, y de otras 24 horas bien escasas para depurar las conclusiones de las comparecencias. La relación de cortapisas impuestas a la comisión no termina aquí. El PP ha impuesto la tesis de que la investigación se remonte a los periodos de mandato del PSOE, como si los gestores de una legislatura fuesen responsables de cuanto sucede en las siguientes. También ha sido muy cuidadoso el partido en el Gobierno valenciano en evitar la presencia de expertos independientes capaces de confirmar lo que todo el mundo sabe, es decir, que una baliza colocada 100 metros antes de la curva fatal hubiera reducido la probabilidad de accidente.

El Gobierno valenciano sólo quiere oír la conclusión forjada de antemano: que el único responsable fue el conductor del tren. Para eso utilizará este simulacro de investigación que difícilmente aclarará algo de lo acontecido el 3 de julio. El PP es un reconocido experto en esta clase de burlas parlamentarias. Recuérdese la indignidad con que se montaron y cerraron las comisiones de investigación del fraude del lino o la del caso Gescartera, por citar dos bien conocidas.

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