El cambio horario y el ahorro de energía
Otro otoño más nos vuelven a trastornar con el adelanto de una hora para atrasarla la siguiente primavera. Los medios dicen que se produce un ahorro del 5% de la electricidad, y se quedan tan anchos, sin análisis, sin investigación. El adelanto de una hora supone el ahorro de una hora de iluminación para fábricas y oficinas, pero traslada ese consumo a los hogares y comercios, que tendrán que gastar una hora más en luz dado que la rutina horaria se mantiene y "de repente oscurece una hora antes".
No logro entender por qué persisten en este engaño, como no sea que quieran beneficiar a las fábricas y oficinas y penalizar a los hogares y comercios en una especie de impuesto y subvención en la sombra. Como consecuencia generan en la población un cambio en su ritmo vital que nos trastorna física y psicológicamente, como ya admiten las autoridades médicas.
Si de verdad quisieran ahorrar energía -y lo necesitamos- prohibirían las bombillas incandescentes y las halógenas, generalizando las de alta eficiencia, que consumen hasta cinco veces menos; eliminarían la iluminación de las carreteras interurbanas; penalizarían los letreros publicitarios luminosos; exigirían diseñar la ciudad para otras formas de transportes (peatones, ciclistas...), mejorando la calidad del transporte público; informarían de que hay un tipo de arquitectura que permite ahorrar hasta el 80% del consumo energético durante toda la vida del edificio construido (arquitectura bioclimática) y exigirían su aplicación; enseñarían a la población cómo consumir la energía de forma racional, pues su abuso actual está destrozando el planeta.
Si de verdad quisieran, nuestro país, y Europa en su conjunto, podría obtener ahorros de hasta el 40% del consumo actual sin merma en nuestra calidad de vida, con lo que cada ciudadano ahorraría dinero, nuestro país reduciría el déficit comercial y nuestro planeta recibiría menos veneno. Hay formas serias y contrastadas de ahorrar energía.