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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sin novedad

Rodríguez Zapatero afirmó ayer en la cadena SER que por ahora no hay ninguna quiebra en el alto el fuego permanente de ETA. El presidente del Gobierno citó un nuevo informe de las fuerzas de Seguridad del Estado -el segundo desde el anuncio de la banda terrorista el pasado 22 de marzo- según el cual el cese de hostilidades sigue siendo "real" y "cubre todos los aspectos"; es decir, también la extorsión a empresarios y la violencia callejera. Todo ello es positivo, pero en absoluto puede servir para bajar la guardia y acortar los plazos que se ha marcado el jefe del Ejecutivo para verificar que la voluntad de poner término a la violencia tiene un alto grado de credibilidad.

El presidente ha recibido garantías policiales de que las cartas de chantaje recibidas recientemente por algunos empresarios navarros fueron enviadas antes del anuncio etarra: "Puedo confirmar que todos los datos con los que cuentan las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado abonan la tesis de que las famosas cartas son en todo caso anteriores al alto el fuego". El PP ha contestado que esta aseveración no le merece suficiente crédito porque alguna de las cartas llevaría matasellos del mes de marzo y ha exigido al Gobierno información más precisa. Se trata de un dato relevante cuando nos encontramos dentro del periodo de verificación que ha abierto formalmente el Gobierno.

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Es verdad que los resultados de este segundo informe no allanan ni mucho menos un camino que se aventura lleno de tanteos y dudas, porque nunca podrá haber garantías absolutas sobre el grado de sinceridad de los etarras de renunciar a la violencia.

Acierta Zapatero cuando remacha que esta primera fase exige "serenidad y cautela", pues la banda exhibe un largo historial de trampas. Es igualmente precipitado escuchar del lehendakari Ibarretxe que el fin de la violencia en Euskadi es ya irreversible. El presidente del Gobierno haría bien en distanciarse al máximo de quienes presionan para acortar el tiempo de verificación y, desde luego, en desoír a los que asumen imprudentemente un papel de mediador en el conflicto y marcan una hoja de ruta acorde a los intereses de la izquierda abertzale. Resultan, en ese sentido, del todo improcedentes las opiniones del sacerdote norirlandés Alec Reid, calificando a Batasuna como el "mayor agente de la paz" y pronosticando que las negociaciones entre el Gobierno y ETA comenzarán en junio y la mesa de partidos vascos en septiembre. Frente a estos excesos, Zapatero debe garantizar a los ciudadanos el cumplimiento riguroso de los términos fijados en la declaración que aprobó el Congreso hace un año.

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