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José Antonio Sistiaga alaba el trabajo artesanal de sus películas pintadas

José Antonio Sistiaga (San Sebastián, 1932) sigue pintando sus películas a mano, fotograma a fotograma, extendiendo el celuloide sobre una mesa larguísima que tiene en su estudio, iluminada con luz natural. El sistema es idéntico al que utilizó a finales de los años 60 para la realización de Ere erera baleibu icik subua aruaren, un largometraje de 75 minutos de duración, el único que se conoce en la historia del cine pintado imagen a imagen. El Museo Guggenheim Bilbao volvió a proyectar ayer sus películas, un ciclo de cinco filmes realizados entre 1968 y 1991. "No llevo reloj, ni uso el teléfono móvil. No tengo ni idea de cómo funciona el vídeo", decía ayer Sistiaga al término de una de las sesiones de proyección. "Yo soy pintor y pinto las películas. Uso sólo la mano para hacerlo porque creo que en la mano el ser humano tiene más inteligencia que en el cerebro", añadió.

Sistiaga, miembro en los años 60 del grupo Gaur, empezó a realizar películas pintadas en paralelo a sus obras sobre lienzo cuando los artistas se movían todavía por los caminos tradicionales y los audiovisuales se quedaban en el territorio más experimental. Con la eclosión de la imagen digital en las artes, su procedimiento paciente y artesanal para convertir la película de cine en pintura en movimiento siguen captando la atención de los museos y los aficionados con sus formas abstractas y la fuerza de sus colores. El año pasado, recordaba ayer el artista, se vieron en un ciclo que recorrió salas de proyección de varias ciudades de los Estados Unidos, como antes ocurrió en el Arts Institute de Chicago, el centro Pompidou y el Museo del Louvre, de París, y el Festival de Cine Europeo de Osaka, en Japón. También se programaron en Pamplona y en San Sebastián. "Las películas están más vivas que recién acabadas porque los actos de creación tienen otra vitalidad", defendió.

Sin sonido

Ere erera baleibu icik subua aruaren es un largometraje en color y sin sonido. "La película es muda por respeto al color, que no necesita el apoyo del sonido", explicó Sistiaga. En otras películas de menor metraje ha utilizado el sonido del mar o la música interpretada al órgano por su hijo. La idea de pintar sobre el celuloide rondaba en la cabeza del artista desde que vivía en París a finales de los años 50. Tras muchas pruebas y con el apoyo del pintor Rafael Ruiz Balerdi consiguió dar forma al proyecto.

En la entrada al auditorio del Guggenheim, donde se han proyectado sus obras, Sistiaga mostraba al publico materiales de trabajo de realización de las cintas. Las vitrinas contenían los viejos rollos de los primeros filmes de su carrera, pero también los fotogramas originales cubiertos de formas abstractas de colores y las películas en las que ahora está trabajando, que algunos espectadores relacionan con la imagen del cosmos y otros con visiones microscópicas. "Me dirijo a los sentidos, a la curiosidad, a las emociones de los espectadores, a ellos mismos. Quítense la venda racionalista y gocen serenamente de lo desconocido", invitaba el artista a los asistentes.

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