El planisferio de un fotógrafo

Alberto Schommer (Vitoria, 1928) ha conciliado durante décadas su pasión viajera con su profesión de fotógrafo, tratando siempre de superar los prejuicios del turista más superficial para convertirse a un tiempo en viajero y documentalista de la vida en las grandes ciudades. Ahora presenta en San Sebastián Metrópolis, una muestra que reúne 54 paisajes urbanos y retratos que ha tomado a lo largo de los últimos 12 años y que ha ido publicando en libros.

"En mis viajes por los países del mundo he podido captar, sacar a la luz, mostrar en las páginas a las personas, edificios y ambientes", cuenta el artista. Lo ha hecho en las calles de Nueva York, Roma, París, Berlín, Shanghái, El Cairo, Buenos Aires, Madrid, Barcelona,...

Cada una de estas metrópolis se presentaba ante sus ojos con su aspecto particular, con su olor, su sonido, con un clima propio que el fotógrafo trababa de captar con su cámara. "Y ocurría que había semejanzas en la grandeza o humildad de los lugares, de tal forma que al elegir ahora los libros donde he relatado el futuro, lo eterno, las vibraciones, etcétera, no me ha sido difícil de entre todos ellos crear una megápolis provocadora, universal y quizá,lo deseo, un poco mágica", aclara. "Son mundos refundidos en uno, como si la actual civilización, gracias a una monumental democracia, hubiese conseguido unir a todos los países".

Schommer, miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1996, propone un recorrido por este mapamundi personal a través de grandes imágenes en blanco y negro. El itinerario arranca en Nueva York con un amanecer y se detiene en urbes como Shanghái, habitada por rascacielos y grúas que hablan de su crecimiento.

"Para mí, un edificio es una persona en sí, fabricada y habitada por personas y con el sentido plástico que éstas le proporcionan", explicó en la presentación de la muestra. "Los ambientes vacíos están llenos de respiraciones, pensamientos y hechos que han quedado allí grabados". Schommer, con más de cuatro décadas de trabajo a sus espaldas, ha cogido el pulso a la Gran Manzana de las Torres Gemelas, la frenética actividad de Shanghái o la Venecia bella, húmeda y decadente. Y también se ha parado a fotografiar una puesta de sol en una playa, la paz que transmite una cubana de sonrisa sincera o un hombre que le resistió la mirada, inmutable, cuando se le acercó. "Lo vi sentado con el puro, me fui acercando a él y no se movió ni un milímetro. Ni cuando le dije que le iba a fotografiar", explica. "Quizá siga en la misma postura", ironiza.

Schommer, quien se considera un artista- fotógrafo, nunca se ha contentando con quedarse en la capa estética de la fotografía. No cultiva la imagen como belleza. Siempre se ha empeñado en capturar el alma de las personas o paisajes.

El autor, quien rechazó en los años 50 una tentadora oferta para convertirse en fotógrafo de moda para el modisto Cristóbal Balenciaga, se hizo famoso con una serie de retratos hechos en los últimos años del franquismo. En alguna ocasión ha afirmado: "Me di cuenta de que tenía un poder terrible, pero también de que no podía trabajar como Richard Avedon o Irving Penn, que estaban viviendo en países libres. Tenía que hacer algo que fuera crítico para unos y bastante críptico para otros".

La muestra del fotógrafo alavés, quien ha expuesto en Tokio, Nueva York y en otras grandes capitales, es una de las más destacadas actividades complementarias de DFoto 2006, la feria internacional de fotografía contemporánea y vídeo que arrancó ayer en San Sebastián.

Metrópolis. Fotografías de Alberto Schommer. Ganbara del centro Koldo Mitxelena. Urdaneta, 9; San Sebastián. Hasta el 10 de junio. De martes a sábado: de 10.30 a 14.00 y de 16.00 a 20.30.