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Los últimos hallazgos confirman a Veleia como la gran ciudad vasca en el Imperio romano

Los expertos avalan la trascendencia de las inscripciones en euskera, datadas en el siglo V

Veleia, en la localidad alavesa de Iruña de Oca, fue la principal ciudad romana vasca, con una influencia parecida o superior a sus cercanas Pompaelo (Pamplona) o Calagurris (Calahorra). Así lo demuestran los hallazgos presentados antes del verano, cuya veracidad y validez ya han confirmado los investigadores. Veleia, donde confluía la calzada Astorga-Burdeos con el Cántabrico oriental, actuaba como el centro administrativo y comercial de una gran zona de influencia, con una romanización media-alta, en la que vivían indigenas alfabetizados en latín junto a funcionarios del Imperio.

Los responsables de la excavación y los investigadores que siguen los trabajos tienen clara la autenticidad y la datación de los hallazgos que se presentaron en junio pasado. Tanto las insicripciones jeroglíficas de origen egipcio y los pictogramas religiosos, del siglo III aproximadamente, como los testimonios en lengua vasca, del siglo V como muy tarde, son la demostración de lo que ya desde hace tiempo se consideraba: Veleia era uno de los referentes de Roma en el norte de la Península ibérica.

"Era una ciudad plenamente romana, por lo que la escritura es fundamental en un ámbito que acoge una notable población con un nivel cultural alto", explica Juan Santos Yanguas, catedrático de Historia Antigua de la UPV y miembro de la Comisión Científica y Técnica de Seguimiento de las excavacaciones. "Históricamente es perfectamente comprensible: era el enclave central de un gran territorio en el que ejerce además como nudo de comunicaciones", añade.

Santos Yanguas ironiza cuando se ponen en duda estos descubrimientos. "No es necesario grabar 270 inscripciones para mostrar que en Veleia hubo un profesor de origen oriental impartiendo clases a descendientes de familias nobles". El catedrático de la UPV se refiere al primer descubrimiento, el de unos epigramas realizados en restos de vajillas utilizados como tablillas de apuntes. Fue un hallazgo casual que llevó a cabo el equipo de arqueólogos dirigido por Eliseo Gil en la domus de Pompeia Valentina (una gran residencia de más de 1.000 metros cuadrados).

"Está claro que se trataba de una escuela donde impartía un profesor de origen oriental. No hay que olvidar que, en el siglo II, Atenas, Alejandría o el Bajo Nilo son el centro cultural más importante de Roma", asegura Santos Yanguas. Aquellas familias de los órdenes senatorial y ecuestre contrataron a un docente de ese origen que les enseñaba todo lo referente al Imperio. Por ejemplo, la cosmogonía o las distintas religiones, entre ellas la cristiana, que, "por supuesto ya se conocía en la Península, lo que no quiere decir que se practicara o que hubiera comunidades cristianas en Veleia", puntualiza el catedrático.

La singularidad de Veleia reside en que no se construyó sobre ella, sencillamente se abandonó y se convirtió en la mejor cantera del entorno. "Trespuentes, Víllodas, Mendoza e incluso Vitoria se han levantado con sus sillares", afirma Santos Yanguas quien también observa sus ventajas en este hecho. "No quedan restos monumentales, pero se han descubierto estos testimonios documentales tan importantes".

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Vascohablantes que sabían latín

El Imperio romano era respetuoso con los indígenas, mientras pagaran sus impuestos. Salvo que se utilizaran para hacer frente a su dominio, Roma nunca persiguió la lengua, las costumbres, las religiones o las relaciones sociales de los pueblos en los que establecía su administración. Los testimonios escritos en euskera encontrados en Veleia son una buena muestra. "Vemos cómo esos hablantes del vasco se han alfabetizado en latín y lo utilizan con libertad junto a la nueva lengua adquirida", explica el catedrático Juan Santos Yanguas. "Y si hubieran aprendido a escribir en griego, estarían escritos con aquella grafía", añade.

Las inscripciones en euskera también remiten a un momento pedagógico. "Zuri, Urdin, Gori" ("blanco", "grisáceo" en euskera antiguo, "rojo"); "Urdin, Isar" ("grisáceo, estrella"); "Edan, Ian, Lo" ("beber, comer, dormir"); "Ian ta Edan" ("comer y beber") son algunas de las series de palabras descubiertas.

Ya existían testimonios escritos en euskera de esas fechas, que habían aparecido en estelas y remitían a patronímicos y nombres de dioses. Pero lo encontrado en Veleia son las primeras palabras apelativas, con una vinculación con el vasco actual indudable. "Uno de los aspectos más interesantes de este descubrimiento se encuentra en la investigación de cómo el euskera convivió con el latín y no desapareció, frente a lo que sucedió con otras lenguas que se hablaban en la Península en zonas de similar romanización", adelanta Santos Yanguas.

Las inscripciones aparecieron durante la excavación de una vivienda, en concreto, sobre fragmentos de ladrillo encontrados en la cimentación de un edificio. Su construcción está fechada, según el estrato arqueológico, hacia el siglo V.

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