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Elecciones en Italia

Berlusconi se niega a admitir la derrota y propone un Gobierno de gran coalición

El primer ministro saliente habla de "un país dividido en dos" y alude al ejemplo alemán

Enric González

Silvio Berlusconi reapareció al fin, tras dos días de silencio. No era ya el candidato tronante de la semana pasada, sino un político habilísimo que, disfrazado de estadista, tendió ambas manos a Romano Prodi. En la primera mano, un puñal: Berlusconi se negó a reconocer el resultado del recuento provisional y declaró que no se consideraría vencido hasta que, dentro de días o semanas, hubiera datos definitivos y certificados.En la segunda mano, una rama de olivo: Il Cavaliere indicó que, con el país dividido al 50%, hacía falta "sentarse a una mesa y hacer como en Alemania".

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Con esa referencia a Alemania abrió un debate sobre la hipótesis de una gran coalición, rechazada en términos tajantes por Prodi pero no mal vista por el empresariado. En un momento, el presidente del Gobierno saliente recuperó la iniciativa y sembró un par de dudas en el ánimo de la ciudadanía italiana. ¿Y si la victoria del centro-izquierda fuera irreal? ¿Y si una gran coalición sirviera para sacar al país del atolladero?

Acerca del resultado de las elecciones, Berlusconi invocó un antecedente de 2001. En esa ocasión, los dirigentes de La Margarita se negaron a aceptar los datos electorales, que daban una amplia mayoría al centro-derecha, y esperaron al recuento oficial, el que supervisan personalmente funcionarios del Ministerio del Interior. Los datos definitivos mejoraron en un 0,5% el porcentaje obtenido por La Margarita y añadieron otros cuatro diputados a su grupo parlamentario. "Dicen que nosotros hemos perdido la Cámara por 24.000 votos; nos bastaría una corrección del 0,1% para que se invirtieran los términos y nos correspondiera una amplia mayoría", declaró Il Cavaliere.

Berlusconi se mostró razonable acerca del alcance de un hipotético (e inverosímil) vuelco del resultado. "Si al final ganáramos nosotros, no cambiaría nada", explicó. "El país seguiría dividido en dos partes iguales y en esos casos no sirven de nada un gobierno y una oposición atrincherados en sus respectivas posiciones. Quizá convendría tomar ejemplo de un importante país europeo, hablo de Alemania, y sentarnos a una mesa". El resultado deducible de esas negociaciones, una gran coalición, no se vería lastrado por el peso del propio Berlusconi. "No tengo ambiciones personales", aseguró, dando a entender su predisposición a dar un paso atrás. También dijo que pensaba exclusivamente en el "bien del país". Ambas afirmaciones podían resultar discutibles.

Indicó que cuando existiera la "certeza de los números" no sólo estaba dispuesto a telefonear a Romano Prodi para felicitarle, sino a reunirse con él para comentar los aspectos de un relevo de poderes. Su tono conciliador se extendió aún más allá, hasta el punto de pedir disculpas por su celebérrimo coglioni (gilipollas), un exabrupto pronunciado "durante una campaña electoral bastante incandescente". "Ruego excusas si ante un grupo de empresarios amigos utilicé una palabra que no figura en el diccionario de la elegancia; no iba dirigida a los electores del centro-izquierda, sino a mis amigos empresarios y a mis propios electores del centro-derecha", explicó.

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Silvio Berlusconi fue acompañado en su aparición ante la prensa por los otros líderes de su coalición. Junto a él, en una imagen de unidad que desmintió los temores a que la derrota resquebrajara su coalición, se sentaron Gianfranco Fini (Alianza Nacional), Lorenzo Cesa (Unión Democristiana de Centro) y Roberto Maroni (Liga Norte). Fue Maroni quien matizó el tono conciliador de Berlusconi: "Que no esperen de nosotros", dijo, refiriéndose al centro-izquierda, "la menor cooperación, que no esperen de nosotros una actitud resignada: haremos una oposición dura desde el primer momento de la legislatura".

Silvio Berlusconi saluda tras la conferencia de prensa ofrecida ayer en el palacio Chigi, sede de la presidencia del Gobierno.
Silvio Berlusconi saluda tras la conferencia de prensa ofrecida ayer en el palacio Chigi, sede de la presidencia del Gobierno.REUTERS

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