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Reportaje:

Niños obesos por dormir poco

La reducción de las horas de sueño en la infancia puede ayudar a explicar la actual epidemia de sobrepeso y obesidad

Las elevadas tasas de sobrepeso y obesidad infantil que hay en la mayoría de los países desarrollados podrían estar relacionadas con el hecho de que ahora los niños duerman menos horas por la noche que antes. Ésta es la intrigante conclusión que se desprende del informe de un investigador publicado en Archives of Disease in Childhood.

Shahrad Taheri, de la Universidad de Bristol (Reino Unido), culpa al creciente acceso a ordenadores, teléfonos móviles, televisiones y otros artilugios de la reducción del número de horas de sueño nocturno, y señala que todos estos aparatos deberían estar prohibidos en los dormitorios de los niños. Taheri cita el creciente número de investigaciones sobre el impacto que tiene sobre el organismo la reducción del sueño nocturno, afectando negativamente a numerosas situaciones de la vida real.

El sueño insuficiente pone en marcha un círculo vicioso que conduce al sobrepeso

Todas estas investigaciones muestran que una menor duración del sueño perturba el metabolismo normal, lo cual puede contribuir a la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Los datos de laboratorio indican que ya se notan efectos profundos con sólo dormir menos durante dos noches seguidas.

Uno de los estudios revisados indica que un sueño insuficiente a los 30 meses de edad está asociado con la obesidad a los siete años, lo cual indica que esto podría programar la región cerebral que regula el apetito y el consumo energético, afirma Taheri.

Pero también es un problema para los adolescentes, en los que la necesidad de sueño aumenta durante este periodo fundamental del desarrollo, comenta.

Otra investigación demuestra que los niveles de leptina, una hormona fabricada por los tejidos grasos cuando las reservas energéticas escasean, es más de un 15% inferior en quienes duermen cinco horas que en quienes llegan a las ocho horas. De forma similar, los niveles de grelina, una hormona liberada por el estómago para indicar la sensación de hambre, eran casi un 15% más altos en personas con un cupo de sueño de cinco horas.

La pérdida de sueño también altera otras hormonas, incluidas la insulina, el cortisol (hormona del estrés) y la hormona del crecimiento, señala Shahrad Taheri, que añade que los cambios hormonales podrían estimular el deseo de alimentos ricos en calorías.

El sueño insuficiente pone en marcha un círculo vicioso. Provoca fatiga, lo cual lleva a unos niveles reducidos de actividad física, que a su vez son el origen de un consumo energético más bajo, y de ahí surge la obesidad, que también es la causa de un sueño insuficiente, añade.

Taheri reconoce que es probable que los mecanismos que hay detrás de la obesidad sean complejos. "Probablemente el sueño no sea la única respuesta a la pandemia de obesidad, pero deberíamos tomarnos en serio sus efectos, ya que incluso unos pequeños cambios en el equilibrio energético son beneficiosos", asegura.

"Un sueño de calidad podría fomentarse eliminando distracciones, como los aparatos, de los dormitorios y restringiendo su uso", aconseja.

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