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Tribuna:TRIBUNA SANITARIA
Tribuna
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¿Peligra el sistema MIR?

La introducción del sistema MIR de formación de especialistas médicos, hace unos 30 años, fue uno de los elementos más relevantes para la modernización de nuestro sistema de salud y supuso una significativa contribución a la mejora de la calidad de la atención que reciben los ciudadanos, en términos de los estándares asistenciales internacionales, lo que se ha conseguido estimulando la competencia profesional. El prestigio del sistema MIR español es reconocido internacionalmente.

Esta situación que, desde una perspectiva histórica, merece una valoración positiva, está en la actualidad amenazada por diversos riesgos; internos los unos -localizados en el desarrollo de los programas de formación, en los problemas que afronta su organización y en los mecanismos de evaluación de la docencia impartida y recibida- y externos los otros, derivados en este caso de los criterios de organización de las convocatorias de acceso, especialmente de la definición de la oferta de plazas y del examen de acceso a las mismas.

Las reformas que se están introduciendo en la estructura y contenidos de los programas de formación de la mayoría de las especialidades difícilmente conseguirán las mejoras necesarias que pretenden, si no van acompañadas de medidas como la potenciación y el reconocimiento efectivos del papel de los tutores y jefes de estudios, con una mayor disponibilidad a las tareas docentes, y de la profunda modificación de los sistemas de evaluación de los residentes, centros y programas, de manera que se elimine la imagen y la realidad del médico residente como mano de obra barata.

Durante muchos años el acceso de los médicos al sistema MIR ha sido considerado muy difícil, de forma que, en bastantes ocasiones, obligaba a los candidatos a una plaza a presentarse varias veces al examen antes de obtenerla, fruto de la desproporción entre el número de aspirantes y el de plazas disponibles. Se trataba, pues, de un procedimiento más selectivo que distributivo. Ya entonces, algunos pedíamos que el acceso a la formación especializada no fuera tan restrictivo y que el número de plazas y el de aspirantes a ocuparlas se equilibrara para potenciar más el carácter distributivo que el selectivo.

En los últimos cinco años se ha incrementado el número de plazas (6.253 en la última convocatoria) mientras que el de licenciados médicos se mantenía estable (unos 4.300 en la promoción 2005). La cifra de candidatos médicos presentados al examen ha pasado de 9.122 en 2001 a 7.912 en 2005. También se ha modificado su procedencia, de forma que los médicos presentados originarios de otros países de la Unión Europea fueron 56 en 2001 y 178 en 2005, y los de países no comunitarios fueron 337 y 1.066 respectivamente. Es decir, se ha triplicado la presencia de licenciados extranjeros en las últimas cinco convocatorias.

Una proporción cada vez mayor de los candidatos corresponde a médicos que ya están siguiendo un programa de formación y que, ante la facilidad de obtener plaza, se presentan una o más veces hasta conseguir la que desean y en la ciudad o centro que más les apetece. Una situación que las 87 plazas que han quedado libres en la última convocatoria, ilustra. En efecto, algunos de los candidatos presentados al examen han decidido esperar un año más para escoger su plaza preferida.

Si bien tal situación puede resultar beneficiosa al generar competencia entre los distintos centros y programas para ver cubierta su oferta de plazas docentes, también provoca efectos negativos, entre otros los derivados de la ineficiencia que resulta de mantener una estructura asistencial y docente más amplia que la finalmente utilizada. De ahí la importancia de analizarla convenientemente, para impedir que se produzca un posible deterioro progresivo del sistema MIR español.

Al reclamar un examen de acceso al MIR distributivo se reivindicaba también la existencia de una puntuación mínima para acceder a una plaza. No es razonable que el acceso se logre sin contestar ninguna de las preguntas. Lo que supone desvalorizarlo del todo. Ha pasado de ser una de las oposiciones más difíciles a un coladero inaceptable. También es urgente establecer mecanismos que corrijan el incremento exponencial de los cambios de especialidad y centro por parte de aquellos profesionales que ya están cursando un programa de formación. Tendencia que resulta incentivada por la actual insuficiencia discriminativa del examen de acceso al MIR para los médicos.

Es imprescindible que las distintas CC AA planifiquen correctamente su oferta de plazas de las distintas especialidades y que la elaboren reflexivamente y con independencia de los intereses de determinados grupos o centros de presión, siguiendo una estrategia de planificación de los recursos humanos de su servicio de salud a medio y largo plazo.

El nuevo sistema MIR necesita que se acelere el desarrollo de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) promulgada a finales de 2003. En esta ley se dibujan con precisión suficiente los cambios: troncalidad, potenciación de las figuras del tutor y del jefe de estudios, mejora de los mecanismos de evaluación docente, obligatoriedad de una evaluación final de la residencia, flexibilización de los marcos competenciales y de los requisitos para acceder a los puestos de trabajo especializados, papel protagonista de las CC AA en el sistema. La instauración de la troncalidad, al establecer periodos comunes de formación para distintas especialidades relacionadas, permitiría disponer de especialistas con competencias más amplias y flexibilizar su ubicación laboral en distintos ámbitos del sistema sanitario.

La excesiva lentitud en la introducción de estos cambios o, todavía peor, su ignorancia, está poniendo en peligro uno de los principales y más prestigiados y modernos avances de nuestro país en el campo de la atención de salud, el sistema de formación especializada, el sistema MIR.

Amando Martín Zurro (amartinz@ies.scs.es) y Juli de Nadal i Caparà (jdenadal@ies.scs.es). Institut d'Estudis de la Salut. Generalitat de Catalunya.

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