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Reportaje:

¿Cuánto pescado hay que comer?

Controversia por un informe de Harvard que sostiene que una dieta rica en pescados reduce la mortalidad coronaria un 36%

Un informe sobre los riesgos y beneficios de consumir pescado, publicado el 17 de octubre por la Escuela de Salud Pública de Harvard, afirma que el consumo de pescado reduce el riesgo de muerte coronaria en un 36% y la mortalidad total en un 17%. Otro informe similar publicado simultáneamente por el Instituto de Medicina, que forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU, no es tan optimista, y concluye que no existen suficientes pruebas que permitan decir que el consumo de pescado, especialmente de variedades grasas como el salmón y la caballa, "puede" reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. ¿A qué atenernos?

El estudio de Harvard, que se publicó el 18 de octubre en The Journal of the American Medical Association (JAMA), asegura que los beneficios derivados del consumo de pescado rico en omega 3 superan con creces los riesgos de contaminantes como los bifenilos policlorados (BPC) y las dioxinas hallados en altas concentraciones en pescados como el salmón de acuicultura. Tachando esos riesgos de "muy exagerados", Darius Mozaffarian, uno de los dos autores, señala: "Es probable que el pescado sea el alimento más importante que uno pueda consumir para gozar de buena salud".

Algunas variedades de peces contienen sustancias nocivas como el mercurio

Marion Nestle, catedrática de nutrición, sanidad pública y seguridad alimentaria de la Universidad de Nueva York, que describe el "optimista estudio de Harvard" como "asombroso", no está convencida. "La conclusión del informe de que el riesgo de muerte se puede reducir en un 36% es sencillamente increíble", dice. "De hecho, convertiría al consumo de pescado en la decisión más importante que uno puede tomar para su salud. Pero quienes llevamos mucho tiempo en la nutrición hemos visto cómo iban y venían los alimentos milagrosos: la vitamina E para la cardiopatía, el betacaroteno para prevenir el cáncer, y ahora el pescado". José M. Ordovás, catedrático de nutrición en Tufts, coincide con Nestle, y dice que la cifra del 36% "se basa en pruebas circunstanciales que no aportan pruebas definitivas". Mozaffarian está de acuerdo en que, debido a que las pruebas se basan en estudios de observación y datos de ensayos clínicos, no son definitivas, pero añade: "Son las mejores pruebas de que disponemos". En cuanto al hallazgo del estudio de que la mortalidad total podría reducirse en un 17%, Mozaffarian comenta: "Aunque se puede discutir la dimensión exacta de los beneficios, incluso si éstos fueran sólo la mitad o una cuarta parte de ese porcentaje, seguirían superando de lejos a los riesgos".

El informe del IOM indica que se necesita investigar mucho más, señala Malden C. Nesheim, presidente del comité del instituto y rector emérito de Cornell. "Somos bastante cautelosos, porque en los estudios que hemos evaluado no se han controlado todas las variables, y no podemos distinguir entre los efectos de los omega 3 o la sustitución de otros alimentos de la dieta".

La National Oceanic & Atmospheric Administration (NOAA) había solicitado el informe del instituto, porque decía que los consumidores no tenían claro cuánto pescado debían consumir y de qué clase. Parece poco probable que los dos estudios, que discrepan en aspectos importantes, ofrezcan mucha claridad. "El elevado grado de certidumbre de un informe y la extrema cautela del otro", afirma Rebecca Goldberg, científico jefe de Environmental Defense, un grupo de defensa, "confundirá a la gente más que nunca".

Ambos informes han sido objeto de críticas por parte de grupos medioambientales y de consumidores. "Además de estar preocupados porque los informes de JAMA y el IOM no tratan los riesgos del mercurio en el atún", señala la organización de consumidores, "también nos inquieta que ambos informes desdeñen la preocupación por los bifenilos policlorinados presentes en la mayoría del pescado".

"Estos informes alientan a comer más pescado como si fuera una crisis", comenta Golberg. "Según las estadísticas de la NOAA, el consumo de pescado por habitante pasó de 14 kilos en 2001 a 16 kilos en 2004" en Estados Unidos. Jane Houlihan, directora de investigación del Environmental Working Group, otro grupo de defensa, dice: "El estudio de Harvard parece un anuncio publicitario del sector pesquero". Ambos estudios reafirman el consejo de la Agencia de Medicamentos y Alimentos Food and (FDA) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE UU, que en 2004 recomendaban consumir unos 200 gramos de pescado a la semana, preferiblemente rico en omega 3, y advertían a las mujeres en edad fértil y a los niños menores de 12 años que no comieran pez espada, tiburón, blanquillo o caballa gigante, y que limitaran la ingestión de atún blanco a 200 gramos por semana para evitar el mercurio. Para quienes consumen más pescado, ambos informes aconsejan comer una variedad de especies para reducir el nivel de contaminantes.

"Una vez más se dice a las mujeres embarazadas que no hay problema en comer atún", dice Houlihan. "Lo cierto es que un 90% de las mujeres superarían los niveles seguros de mercurio que indica el Gobierno si consumieran 200 gramos de atún blanco a la semana, como recomiendan la FDA, la EPA, y ahora el IOM".

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