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El plomo, un veneno para el desarrollo mental

La OMS advierte de que 120 millones de personas están expuestas a la intoxicación por este metal

El 13% de los casos de retraso mental leve en la infancia tiene su origen en una elevación de los niveles de plomo en la sangre, extremo éste que se observa en cuatro de cada 10 niños, según un estudio promovido por el Departamento de Protección del Entorno de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este trabajo también revela que 120 millones de personas están expuestas a su contaminación. Los carburantes con plomo, ciertas emanaciones industriales y viejas tuberías de conducción de aguas son hoy los principales riesgos de exposición.

Por contraposición a otros muchos minerales que son esenciales para distintas funciones metabólicas del organismo, el plomo no tiene ningún cometido. Al contrario, ciertas concentraciones en la sangre de este elemento suponen un impacto negativo sobre la salud.

Las bolsas de plástico impresas plantean riesgos si se utilizan del revés para alimentos
El plomo puede causar en los niños falta de atención, irritabilidad e hiperactividad

A partir de los años noventa del siglo pasado, la OMS apoyó decididamente el desarrollo de investigaciones sobre los riesgos de la exposición al plomo, pues durante décadas había sido un importante problema de salud pública. Numerosos elementos y estructuras contenían este pesado metal en su composición: soldaduras, cables eléctricos, pilas, ciertos tipos de cerámicas, tuberías conductoras de agua, algunas pinturas, viviendas construidas antes de 1950 y emanaciones de ciertos gases.

Las dos principales vías de contacto son la inhalatoria y la gastrointestinal. La primera es más propia del medio ambiente y de ámbitos industriales y urbanos, mientras que la segunda se enmarca sobre todo en el entorno doméstico. Una forma actual de contaminación alimentaria es la producida por frutos, salsas, bebidas o embutidos envasados, cuyos ácidos disuelven el plomo de recipientes con recubrimiento interno inadecuado, como latas abolladas.

Un estudio auspiciado por la OMS, que acaba de publicarse en 2004 en Environmental Research, revela que un 13% de los casos de retraso mental leve en la infancia son atribuibles a contaminación por plomo y que cuatro de cada 10 niños presentan niveles altos de este mineral en la sangre. Esta investigación, que ha analizado durante 2002 y 2003 una población estadísticamente significativa de 14 regiones geográficas de todo el mundo, ha sido desarrollada por el Departamento de Protección del Entorno de la OMS, la Facultad de Medicina Mount Sinai de Nueva York (EE UU), la Universidad de Gales (Reino Unido) y el hospital Universitario de La Princesa, junto con Autónoma de Madrid.

El psiquiatra José Luis Ayuso Mateos, coordinador de este trabajo por parte española, subraya que los nuevos datos sugieren que 120 millones de personas están expuestas a la contaminación por plomo. Se trata de un tributo de la industrialización y de la urbanización, no bien protegidas, que afecta actualmente sobre todo a los países en vías de desarrollo.

"Nuestros resultados", explica, "en consonancia con otros estudios, revelan que los niveles altos de plomo en la sangre en la población infantil son un importante riesgo de retraso mental leve y de elevación de la presión arterial. También pueden provocar cambios en la conducta, como irritabilidad, hiperactividad y falta de atención. Cuanto mayor sea la concentración de plomo en la sangre, mayores son los riesgos. Pueden aparecer también otros trastornos neurológicos, anemia, problemas renales y alteraciones en el crecimiento y desarrollo".

Según el pediatra Domingo González Lamuño, profesor titular en la Universidad de Cantabria y especialista del hospital Marqués de Valdecilla de Santander, el niño es mucho más vulnerable que el adulto a la exposición al plomo, especialmente en los tres primeros años de vida, en que el daño sobre el sistema nervioso central sería irreversible.

"También existen ciertos trastornos renales", añade, "que sugieren una contaminación por plomo, puesto que se excreta por los riñones. Esto sí lo vemos a veces en los servicios hospitalarios de pediatría, aunque generalmente no se confirma analíticamente, ya que las pruebas no están disponibles en un laboratorio convencional de un hospital. Casos más graves, que ya no vemos en los países desarrollados, son los de saturnismo, una enfermedad generada por altas concentraciones de este mineral en los huesos".

La normativa de la Unión Europea, cada vez más rigurosa en el control de las emanaciones de plomo por gases industriales y carburantes, ha establecido para 2005 un valor límite de 0,5 microgramos por metro cúbico, que es la mitad del valor fijado en 2000. Sin embargo, en la gran mayoría de los países en vías de desarrollo y subdesarrollados la población no está protegida frente a su intoxicación medioambiental.

Hasta 1978, año en que fue prohibido su uso en la composición de numerosos elementos, este metal era muy ubicuo e incluso muchos juguetes contenían plomo. Sin embargo, las viviendas viejas siguen conservando tuberías, cables, pinturas y otras fuentes de este tipo de intoxicación.

De hecho, el prestigioso Centro para el Control de las Enfermedades Infecciosas (CDC) de Atlanta (Georgia, Estados Unidos) reconoce que la intoxicación por plomo es un problema mundial y no patrimonio exclusivo de las zonas urbanas y marginales. Los riesgos de la eventual intoxicación por exposición al plomo, según el CDC, no distinguen entre zonas geográficas, grupos socioeconómicos y situación medioambiental, salvo por la protección conferida mediante ciertas normativas adoptadas por las autoridades.

EL CDC de Atlanta cree que, sólo en Estados Unidos, de tres a cuatro millones de niños menores de seis años presentan niveles de plomo en la sangre lo suficientemente altos como para interferir en su normal desarrollo cognitivo y causar desde alteraciones en las facultades para la lectura hasta retraso mental en diversos grados.

A juicio de los expertos, se precisan cantidades ínfimas de plomo para causar intoxicación en los niños, e ilustran esta aseveración con el siguiente ejemplo: los pequeños se pueden ir envenenando paulatinamente si ingieren una cantidad de pintura con plomo equivalente a un granito diario de azúcar. A este riesgo se exponen con tan sólo tocar regularmente un marco de ventana y luego chuparse los dedos.

También los investigadores alertan sobre la reutilización de bolsas de plástico impresas, en las que se han detectado niveles elevados de plomo. El peligro amenaza cuando el consumidor da la vuelta a la bolsa y la tinta de la impresión entra en contacto directo con los alimentos.

Conducciones eléctricas y de agua entre las que hay unas antiguas tuberías de plomo.
Conducciones eléctricas y de agua entre las que hay unas antiguas tuberías de plomo.JOAN SÁNCHEZ

Agresividad y delincuencia

Los niveles elevados de plomo podrían explicar las causas de ciertos comportamientos agresivos y de delincuencia, según algunos estudios norteamericanos. Los investigadores de la Universidad de Pittsburg (Pensilvania, EE UU) compararon los niveles de plomo de 194 jóvenes acusados de pequeños delitos con otros 145 estudiantes libres de cargos y reclutados como grupo control en los institutos de la zona. Los datos obtenidos evidenciaban que mientras que los estudiantes presentaban 1,5 partes por millón (ppm), en los delincuentes ese valor ascendía a 11 ppm. La cantidad tope recomendada se sitúa en torno a 10 microgramos por decilitro de sangre, equivalente a 1 ppm.

Para el psiquiatra Herbert Needleman, director de este trabajo, se ignora con certeza si el plomo induce ciertas alteraciones en la conducta que incitan a la agresividad o si se trata de una circunstancia más de los ambientes marginales en que viven esos muchachos.

Otro estudio similar de este especialista, publicado en 1996 en The Journal American Medical Association (JAMA), ponía de manifiesto que en los 800 niños estudiados en colegios públicos de Pittsburg se observaba una clara asociación entre aquellos que cometían actos agresivos y tenían niveles más altos de plomo en los huesos. Estos resultados refrendan los obtenidos a mediados del siglo XX por Randy Byers, del hospital infantil de Boston (Massachussets, EE U), que también mostraban una relación entre la exposición al plomo y la delincuencia.

Las primeras noticias de intoxicación por plomo se remontan a 1848, cuando la expedición de Sir John Franklin buscaba el mítico Paso del Noroeste en el Polo Ártico. En dos años fue muriendo la tripulación "tras perder el juicio", según crónicas de la época. Las causas fueron un misterio durante 140 años, hasta que pruebas realizadas en mechones de pelo y fragmentos óseos revelaron que se habían envenenado por comer carne en latas selladas con soldadura de plomo.

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