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Columna
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Dinámico y competitivo

Emilio Ontiveros

Hacen bien las autoridades nacionales y las agencias multilaterales en prestar atención diferenciada a la estabilidad de los sistemas financieros. La mayoría de las economías con cierta proyección global mantienen fundamentos macroeconómicos aceptables, en todo caso mejor que los que exhibían en fases cíclicas anteriores. La única preocupación razonable la sigue generando la principal economía del mundo: la financiación del gigantesco desequilibrio exterior estadounidense requiere que el resto del mundo suministre cerca de 800.000 millones de dólares al año para cubrir esa brecha entre ahorro e inversión.

Pero es igualmente cierto que, al menos hasta ahora, la financiación de ese desequilibrio no ha generado tensiones destacables. Los capitales en todas sus modalidades (desde inversión directa hasta adquisición de bonos públicos y privados) acuden a EE UU porque están mejor remunerados que en otros países cuyo riesgo es similar, pero también porque el sistema financiero estadounidense, sus mercados e instituciones, funcionan muy bien.

Los mayores riesgos potenciales a los que se enfrentan las empresas bancarias españolas vienen por el crecimiento del crédito

Ésa es la conclusión con que el Fondo Monetario Internacional (FMI) resume su diagnóstico del sistema financiero español, tras la última misión, en el contexto del programa FSAP (Financial Sector Assesment Program): "Un sistema financiero altamente dinámico y competitivo, sujeto a una fuerte supervisión prudencial y regulación".

El elevado grado de intermediación financiera presente en el mismo es compatible con bajos márgenes de intermediación, elevada capitalización de sus instituciones y una gestión profesional de las mismas. Ésta se manifiesta en un importante grado de capitalización de las entidades, pero también en la existencia de buenas prácticas de gestión de riesgos. En consecuencia, las instituciones bancarias y aseguradoras están, en opinión del Fondo, en disposición de resistir choques adversos de cierta consideración sin llegar a sufrir crisis sistémicas.

Los únicos, al menos los más importantes, riesgos potenciales a los que se enfrentan las empresas bancarias españolas vienen de la mano del muy intenso crecimiento del crédito, vinculado a la no menos destacada expansión de la inversión residencial. La eventual combinación de un desplome en el mercado de la vivienda con un escenario macroeconómico adverso pondría a prueba esa solidez del sistema financiero. A un escenario tal, sin embargo, nadie le asigna probabilidades significativas en el medio plazo, aun cuando lo que queda por venir son elevaciones en los tipos de interés, no inferiores a las ya sufridas.

Más allá de esta no por obvia menos pertinente observación, el FMI sugiere ocho recomendaciones. El fortalecimiento de las exigencias sobre los préstamos hipotecarios no tradicionales, con el fin de desincentivar la excesiva asunción de riesgos y la contención en las inversiones industriales de las instituciones crediticias. Específicas de las cajas de ahorros son tres: favorecer las fusiones entre ellas, promover la emisión de cuotas participativas y reducir a lo largo del tiempo el techo a la representación del sector público en sus consejos. Sobre la función de supervisión, sugiere una mayor delegación del Gobierno en las agencias supervisoras, especialmente en la emisión de normas y en la aplicación de sanciones, al tiempo que recomienda la independencia formal de la supervisión de las compañías de seguros, hoy vinculada al Ministerio de Economía. Ante la redefinición de los estatutos de autonomía de las comunidades autónomas advierte de la conveniencia de la centralización a nivel estatal de la regulación y supervisión. Por último, recomienda la introducción de regulaciones que impidan a los consejeros representantes de instituciones financieras en los consejos de empresas no financieras participar en decisiones de la institución que afecten a esas participadas.

No son recomendaciones formuladas sobre la base de problemas reales, sino orientaciones dirigidas al perfeccionamiento del sistema financiero. Ni urgentes: de hecho, en la distribución temporal de su aplicación casi todas ellas se emplazan en un plazo medio, hasta tres años. Seguro que el próximo gobernador del Banco de España, también ex director del FMI, tomará buena nota de aquellas que le van a ser más próximas en su ámbito de supervisión.

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