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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lord Keynes en estado puro

Miguel Jiménez

Éste no es un libro de economía. No es tanto que no sea de economía, sino que, en puridad, no es un libro. O, para ser más exactos, no fue escrito como un libro. Ése es quizá uno de sus grandes méritos y desde luego la razón de que esta pequeña joya haya llegado a España con unas cuantas décadas de retraso pese a llevar la firma del que es uno de los más brillantes economistas de todos los tiempos, John Maynard Keynes.

Los Dos recuerdos (Two Memories) que edita Acantilado fueron escritos por Lord Keynes para leérselos a un pequeño grupo de viejos amigos íntimos. Era un grupo que se reunía dos o tres veces al año para cenar, frecuentemente en casa del propio Keynes, y que después de la cena revivía sus recuerdos escuchando a alguno de los miembros del grupo contar algún episodio concreto de su vida.

Dos recuerdos

John Maynard Keynes

Acantilado

ISBN 84-96489-57-4

David Garnett, uno de los asistentes a esas veladas que presenta la obra con un breve prólogo, recuerda al lector que es un privilegiado. Está oyendo lo que se escribió sólo para los oídos de aquéllos a quienes el escritor podía hablar enteramente sin reservas y que nunca malinterpretarían su sentido, incluyendo las alusiones y bromas personales que entendía inmediatamente su círculo más cercano. "Aquí no hay velos, pero es que estos recuerdos no se escribieron para ser publicados, y el motivo por el que se publican no es su gran interés o su mérito literario -aunque se cuentan, en mi opinión, entre lo mejor que escribió Lord Keynes-; los publican sus albaceas para llevar a cabo el deseo expresado en su testamento de que estos papeles, y sólo estos de entre todos sus escritos inéditos, se publicasen", señala Garnett.

El primero de los dos recuerdos es un relato sobre la participación de Keynes, por entonces catedrático de universidad, en la Conferencia de Paz que siguió a la Primera Guerra Mundial, a la que acudió como asesor del Gobierno británico en materia económica. Keynes recrea de un modo magistral la atmósfera de aquellas negociaciones y efectúa un análisis brillante de las posiciones enfrentadas a la hora de dar fin al bloqueo de alimentos que padecía Alemania en 1919, meses después de la firma del armisticio.

Para los amantes de Las consecuencias económicas de la paz, la que para muchos es la más brillante obra de Keynes y la que le convirtió en una celebridad al ser publicada en 1919, este relato titulado El doctor Melchior es impagable. Pero incluso quienes no hayan leído nunca a Keynes ni conozcan su obra podrán disfrutar con el inteligente sentido del humor de Keynes, su prosa ágil y la recreación de un momento de gran importancia histórica en el que, de algún modo, se estaba sembrando la semilla ya de la Segunda Guerra Mundial, algo que de lo que Keynes advirtió con una lucidez admirable.

Keynes atribuye el apoyo que dio Inglaterra a la continuidad del bloqueo "a la burocracia". "Se había convertido para entonces en un instrumento muy perfeccionado. Había costado cuatro años crearlo (...) y sus autores había llegado a apreciarlo en sí mismo: incluía algunas mejoras recientes que se malograrían si se le ponía fin". Entre partidas de bridge, hoteles de lujo, balnearios y trenes, Keynes recuerda el papel que jugó en la negociación que permitió enviar alimentos a la hambrienta Alemania de posguerra. Es la historia contada en primera persona.

El segundo texto, Mis primeras creencias, es mucho más personal. En él Keynes revisa sus primeros años en Cambridge, cuando era estudiante, poco antes de formar parte del grupo de Bloomsbury, cuyo aroma evoca el texto. Keynes escribe este recuerdo tras conocer el rechazo que su grupo provocó en D. H. Lawrence. Y, de algún modo, lo encuentra justificado. "Éramos, en el más estricto sentido del término, inmoralistas. Por supuesto, había que sopesar las consecuencias de ser descubiertos, pero rechazábamos cualquier obligación moral o coacción interna para conformarnos u obedecer". "No teníamos respeto por el saber tradicional ni por las restricciones impuestas por la costumbre. (...). Carecíamos de reverencia por nada ni por nadie", explica Keynes al repasar sus primeras creencias.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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