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Reportaje:

Las moscas evolucionan un grado al sur

Una investigación muestra que el cambio climático causó cambios genéticos

Javier Sampedro

Un equipo de las universidades de Barcelona y Washington acaba de calibrar un termómetro genético de notable precisión: la mosca Drosophila subobscura, una prima lejana de la vedette de los laboratorios de genética, Drosophila melanogaster. Los cromosomas de subobscura, de los que hay buenos registros estadísticos históricos, ya no muestran la misma estructura que hace 25 años en ningún punto de Europa -(la cuna de la especie) ni en ninguna región de las dos Américas, donde la mosca fue introducida hacia 1980. Se trata de un claro efecto biológico del cambio climático: la composición genética de subobscura es ahora, en cada punto geográfico, un calco de la que antes se observaba un grado de latitud (unos 110 kilómetros) más cerca del ecuador.

Cada especie prefiere vivir dentro de ciertos márgenes de temperatura y por ello, dentro de ciertos márgenes de latitud. Hasta hace unos años, la mayoría de los ecólogos esperaba que el cambio climático se reflejara sobre todo en un desplazamiento de esos hábitats hacia regiones más alejadas del ecuador. Pero los insectos, que producen una nueva generación en pocas semanas, parecen estar usando una estrategia distinta: evolucionar para adaptarse al calor.

"En Europa ya se recogieron muestras de subobscura en los años cincuenta, y ahora hemos repetido los mismos datos", explica Joan Balanyá, el director del trabajo que se presenta hoy en Science (edición electrónica). Las moscas llegaron a América vía Chile a finales de los años setenta, probablemente en algún buque.

Dentro de la especie subobscura, distintos individuos tienen cromosomas visiblemente distintos. Ciertos tipos de cromosomas aparecen más frecuentemente en latitudes frías y otros en zonas más templadas, y las frecuencias han cambiado en sólo 25 años. "Nuestros datos son un signo claro en tres continentes de que el cambio climático está ocurriendo, y de que conlleva cambios genéticos", señala otro de los autores, Raymond Huey, de la Universidad de Washington en Seattle.

En las moscas, ciertos análisis genéticos no requieren técnicas muy elaboradas, porque sus glándulas salivares contienen unos cromosomas gigantes, llamados politénicos, cuya estructura general puede verse con un microscopio óptico. La ventaja es la rapidez. El inconveniente es que la estructura general de los cromosomas no ofrece información sobre los genes afectados. "Ése es nuestro próximo paso", dice Balanyá.

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