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Las tres nucleares catalanas quieren prolongar su vida hasta los 60 años

Horizonte 2048. En pleno debate nuclear, la industria dejó ayer claro su objetivo: prolongar la vida de Vandellòs II y de Ascó I y Ascó II tanto como sea posible. Estas plantas entraron en servicio en los años ochenta -la última fue Vandellòs II, que empezó a funcionar en 1988-. Su diseño posibilita una vida útil de 40 años, es decir, hasta el 2028. Ahora, el plan de sus dueños -Endesa e Iberdrola- es alargar esta vida 20 años más, hasta el 2048.

Para ello, destinan 60 millones de euros anuales en mejora de maquinaria o de piezas clave para de las tres plantas, el doble de lo que invierten ahora. La inversión de las nucleares españolas cayó abruptamente a partir de 1997, cuando el Estado dejó de pagar las reparaciones. En 2003 invirtieron un 59% menos que ese año.

Vandellòs II terminó ayer la sustitución de centenares de tornillos que fijan y guían las barras de combustible. Uno de estos tornillos se desprendió a finales de marzo y fue vagando, arrastrado por el agua calentada en el reactor hasta alojarse en un generador de vapor. El incidente obligó a parar la central. Con la sustitución de estos tornillos, el problema queda resuelto en Vandellòs II. Ascó I ya ha hecho este cambio y Ascó II lo hará en 2007. Las centrales también prevén, en cinco años, modificar los rotores de los alternadores para que queden "como nuevos", según el portavoz de la Asociación Nuclear Ascó Vandellòs (ANAV), Eugeni Vives.

"De las 104 nucleares que hay en Estados Unidos, unas 60 ya tienen autorizada una vida útil de 60 años", argumenta Vives, quien añade que el objetivo es conseguir este mismo trato para las tres centrales. Vandellòs II tiene licencia hasta 2010, y los dos grupos de Ascó hasta 2011. Las centrales se diseñaron para 40 años por lo que el plan anunciado ayer no tiene aplicación práctica hasta la década del 2020.

Almacén de residuos

Vandellòs II sufrió en 2004 el peor incidente nuclear desde que en 1989 ardió la de Vandellòs I. Entonces accidente obligó a trasladar el combustible gastado a Francia. La Empresa Nacional de Residuos (Enresa) ha pagado a Francia desde entonces 513 millones de euros por el transporte, almacenamiento, vitrificación y reprocesamiento del combustible gastado de la central. Estos residuos tienen que volver a España antes de 2011. Si no vuelven, el contrato firmado entre España y Francia fija una penalización de 55.000 euros diarios a cuenta de los gastos en los que incurra la empresa francesa Cogema, que gestiona los residuos.

Esta penalización es uno de los argumentos del Gobierno para justificar la construcción de un almacén de residuos radiactivos. Ecologistas en Acción afirmó ayer que no hay tal urgencia porque la penalización es similar a lo que se paga ahora. Fuentes de Enresa replicaron que es una penalización y que ahora se paga más porque incluye el transporte de ida y vuelta, almacenamiento, reprocesamiento y vitrificación, no sólo el almacenaje.

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