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Reportaje:

El triste final de la 'estrella' saharaui

Salka Ahl Sbai, una célebre presentadora de la televisión del Sáhara, se quita la vida tras casarse engañada con un policía polígamo

Durante unos días de junio, los saharauis de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental, no hablaron de los conatos de manifestación contra la presencia marroquí ni de las últimas detenciones de independentistas. Su tema de conversación predilecto ha sido el suicidio -los musulmanes prefieren hablar de "muerte"- de Salka Ahl Sbai, de 26 años, la presentadora de un programa de la televisión local.

Hace casi dos años, Rabat puso en marcha en el Sáhara una televisión regional que, durante tres horas de emisión diarias en hassania, el dialecto árabe local, narra la actualidad de la ex colonia española.

Allí ingresó Salka y, "gracias a su amabilidad y a su competencia profesional", reza una nota necrológica, animó pronto Marsoul (Mensajero), un programa dirigido a la diáspora saharaui en el que familias de El Aaiún o Dajla mandan saludos a sus parientes en España o en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia).

Transmitida a través de Arabsat, la televisión de El Aaiún puede ser vista no sólo en el Magreb y Europa, sino en el golfo Pérsico. De todos esos lugares le llegaban a Salka numerosos correos electrónicos de admiradores piropeándola y haciéndole propuestas. Mohamed, un mauritano afincado en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), fue de los más insistentes. La mayoría de los mauritanos son de origen saharaui y hablan hassania.

Para acabar de convencerla de que accediese a casarse con él, Mohamed le prometió en sus mensajes convertirla, gracias a sus relaciones, en una estrella de las televisiones panárabes del golfo, cuyos presentadores se hacen famosos al tiempo que se enriquecen. Salka se lo pensó y, pese a las reticencias de su familia y de sus jefes, aceptó.

Chivatazo

La boda al estilo saharaui, de tres días de duración y con camellos degollados, se celebró en primavera en El Aaiún. Después los contrayentes viajaron a Casablanca para que la esposa obtuviera el visado de entrada en los Emiratos. Fue entonces cuando algunos miembros de la colonia mauritana se chivaron con Salka: su marido estaba ya casado y tenía además seis hijos en Mauritania. Mohamed no se lo negó.

En Marruecos el nuevo código de familia obliga al marido a obtener el acuerdo de las demás esposas para contraer un nuevo matrimonio, pero los tribunales interpretan con laxitud la ley, que es aún más difícil de aplicar cuando el consorte es extranjero. Entre mauritanos, como entre saharauis, la poligamia es algo excepcional.

Mohamed carecía además de relaciones en el mundo audiovisual. Era un policía mauritano de a pie contratado por Dubai. Salka regresó a El Aaiún, pidió el divorcio y quedó sumida en una depresión. Hace dos semanas salió pronto en coche de casa de sus padres y recorrió 200 kilómetros hasta llegar a un acantilado. Los turistas alemanes que intentaron socorrerla narraron a la gendarmería cómo se quitó las gafas, dejó el bolso en el suelo y se tiró al mar.

En el bolso los gendarmes encontraron una carta dirigida a sus padres en la que les pide "perdón" por su gesto y les solicita que se ocupen de un sobrino con el que estaba encariñada. El cuerpo fue trasladado a El Aaiún para ser sometido a una autopsia. Los forenses descubrieron entonces que estaba embarazada de unas semanas.

La noticia se propagó como un reguero de pólvora en el Sáhara. La centralita de la televisión se colapsó con las llamadas de admiradores que preguntaban por su veracidad. Pero Laghdaf Eddah, director de la emisora, tuvo un problema aún mayor cuando los padres de la difunta le rogaron que en el telediario hablase de la muerte de su hija y no del suicidio, tan mal visto en el mundo musulmán como años atrás en el católico.

"Les dije que tenía que recoger el comunicado de la fiscalía que precisaba que Salka se quitó la vida", recuerda apesadumbrado.

Salka Ahl Sbai, en el estudio de la televisión en El Aaiún.
Salka Ahl Sbai, en el estudio de la televisión en El Aaiún.AFP

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