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El Ejército chileno intenta alejarse de la política

El general Izurieta pretende mantener un delicado equilibrio mediante continuas reuniones con mandos y tropa

El general Ricardo Izurieta, sucesor de Pinochet a la cabeza del Ejército chileno, no provoca temor. A diferencia de tantos generales que lo antecedieron, no grita ni amenaza cuando habla en público. Ni siquiera en medio de una situación tan difícil como la vivida esta semana. Pero esto no significa que Izurieta sea un hombre débil.Tras conocerse el fallo británico, tuvo una discusión dura y áspera con el ministro de Defensa, Florencio Guzmán. Haciendo gala de la extrema autonomía de que goza el Ejército chileno, emitió una enérgica declaración expresando "una profunda frustración, indignación e inquietud tanto en la institución como en la familia militar". Sin nombrarlos, criticó a los dirigentes socialistas que viajaron a Londres antes del veredicto para dar testimonio de las violaciones a los derechos humanos.

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En cualquier otro país del mundo, la declaración habría sido una abierta provocación. Sin negarlo, una alta fuente del Ejército dijo a este diario que "así es Chile". Y agregó que "en ningún país se ha jugado la transición en estos términos; por tanto, pregunte a los otros sectores por qué la aceptaron".

Al día siguiente, Izurieta se reunió con 2.000 oficiales para discutir la situación. Otra actitud que no pasaría la prueba de la democracia en ningún país civilizado, pero que el general ha impuesto como una práctica habitual. Con un fuerte sentido de la autoridad y el mando, Izurieta sostiene que la mejor forma de tener empatía con su gente es a través del contacto directo. Reuniones masivas como las de esta semana ya se han organizado en otras ocasiones. Y, desde que comenzó la crisis Pinochet, el 16 de octubre, ha recorrido prácticamente todas las unidades del país, para encontrarse tanto con la oficialidad como con la tropa.

Según ha explicado, ésa es su manera de "limpiar ruidos externos" y evitar cualquier levantamiento aislado. Izurieta permite que los militares se expresen libremente en estas reuniones, que den cuenta de su rabia y sus temores frente a los juicios de derechos humanos.

Cuando asumió la Comandancia en Jefe, el 11 de marzo último, Izurieta sabía que tenía dos grandes desafíos: ser reconocido como el nuevo mando después de Pinochet y establecer una relación diferente del Ejército con el resto de la sociedad chilena. Es decir, lograr un delicado equilibrio que le permitiera ser respetado internamente y, al mismo tiempo, sacar a los militares de la contingencia política para que recuperaran su papel profesional histórico.

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A pesar de las turbulencias de las últimas semanas, el alto oficial que conversó con EL PAÍS aseguró que Izurieta se mantenía inalterablemente en esa línea. Hizo notar que no se ha producido ningún movimiento militar extraño que pudiera indicar un desafío al poder establecido, y puntualizó que, incluso en sus declaraciones públicas más duras, señala "que todos los caminos que se sigan serán dentro del ordenamiento constitucional".

El oficial aseguró que el Ejército no está presionando al Gobierno para que rompa relaciones diplomáticas con España e Inglaterra, medida que fue descartada por la autoridad civil hace ya un par de semanas. "Hay que considerar", dijo, "que se trata de los dos países con los cuales tenemos mayor intercambio militar en el mundo. Si hubiera alguna intención en esa dirección, ya se habría retirado una parte del personal militar".

Antes de la detención de Pinochet, el Ejército se había mantenido efectivamente al margen de la coyuntura política. Ni siquiera había señales de su participación en las maniobras de la derecha y el empresariado por crear un gran frente contra el candidato socialista a la Presidencia, Ricardo Lagos. Al ser consultado sobre si esta actitud había cambiado, el oficial sostuvo que eso sería "incoherente" con la política aplicada por el general Izurieta hasta ahora. "La actitud responsable es no meterse en ese cuento. El Ejército tiene que volver a la etapa que se había planteado: profesional completamente. Además, Lagos es hoy una opción preferencial y, por tanto, sería poco inteligente ponerse en su contra. Que lo hagan los que están en política, ése es su rol".

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