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Reportaje:

Corleone suena a mafia

Un grupo de vecinos quiere cambiar el nombre del pueblo de 'El Padrino'

Enric González

La ciudad de Pérgamo dio nombre al pergamino. Jabugo sabe a jamón. Y Corleone, una localidad de 12.000 habitantes al sur de Palermo, suena irremediablemente a Mafia. Mario Puzzo dio el apellido Corleone al padrino de su novela y de la saga cinematográfica de Francis Coppola; de Corleone salieron los más despiadados capos de la Cosa Nostra, la Mafia siciliana, y en Corleone imperó durante décadas la omertà, la ley del silencio.

El asunto de la connotación negativa tiene tan mal arreglo que un grupo de corleoneses ha decidido recoger firmas con el objetivo de convocar un referéndum para cambiar el nombre de la ciudad. Como alternativa proponen la antigua denominación, Cuore di Leone, Corazón de León.

"Hay parejas que vienen desde Dinamarca para decir que se casaron en la capital de la Mafia"
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"Ya basta, hasta aquí hemos llegado", proclama el abogado Antonio di Lorenzo, coordinador de la iniciativa referendaria. "Hay parejas que vienen desde sitios tan lejanos como Dinamarca para decir que se casaron en la capital de la Mafia. Todo esto", explica, "es muy negativo, es una enfermedad histórica que debemos curar. Como ciudadano, no puedo seguir tolerándolo. Si el problema es el nombre, cambiémoslo".

Lo del cambio de nombre, sin embargo, no despierta entusiasmo. El primero que se opone es el alcalde, el conservador Nicolo Nicolosi, que califica la idea de "locura" y "barbaridad". "Corleone y su gente", asegura, "deben aprovechar la ventaja de su fama para conseguir cosas positivas, como combatir a la Mafia y mejorar la situación económica y cultural". El diputado local Enzo Fragala, de Alianza Nacional (neofascistas), cree también que la propuesta de Di Lorenzo es "más que provocativa, miserable". Incluso los corleoneses más activos en la lucha antimafia, como Dino Paternostro, director del periódico Città Nuova, consideran ridícula la campaña: "Creo que las únicas firmas que recogerá Di Lorenzo son la suya y la de su esposa", comentó a la agencia Reuters.

La celebridad mafiosa de Corleone fue consagrada en 2001 por la Organización de las Naciones Unidas, con la apertura en la ciudad de un Centro de la ONU para la Documentación y el Estudio sobre la Mafia. La Cosa Nostra fue el poder oculto en Corleone, como en el resto de Sicilia, desde finales del siglo XIX. Pero la condición de capital fue alcanzada en los años cincuenta, cuando un jornalero local, Luciano Leggio, tan cruel como hábil en el manejo del cuchillo, ascendió a la categoría de capo dei cappi en Sicilia e hizo de los corleoneses el clan dominante en la isla.

Tras su detención, en 1974, le sucedió Salvatore Totó Riina, quien inició una violenta guerra contra el clan palermitano (en ciertos años moría al menos una persona al día) y utilizó sus contactos con el poder político para ingresar en nuevos negocios: las armas, el tabaco, la droga, el inmobiliario y, sobre todo, la percepción fraudulenta de subsidios de la Unión Europea. Hacia 1990, habrían hecho falta al menos dos Sicilias para que cupieran todos los olivos por los que pagaba Bruselas.

Riina fue demasiado lejos en verano de 1992, cuando ordenó los asesinatos de los jueces antimafia Paolo Borsellino y Giovanni Falcone. Después de aquello fue detenido. Hoy, la plaza central de Corleone lleva los nombres de Borsellino y Falcone.

Pero la Cosa Nostra corleonesa no acabó con Totó Riina. Le sucedió como capo dei cappi de la isla un conciudadano, Bernardo Provenzano, apodado El Tractor y El Fantasma, cuyo éxito resulta indiscutible: la policía le busca infructuosamente desde hace 40 años. La única fotografía conocida de Provenzano data de 1962, cuando era poco más que un chaval.

¿Dónde está Provenzano? Algunos de sus colaboradores fueron detenidos el mes pasado en Palermo. Quizá él también esté en Palermo. O, por qué no, en el mismo Corleone, opinando sobre la oportunidad del cambio de nombre.

Un <i>carabiniere</i> vigila a la entrada de Corleone, en una imagen de archivo.
Un carabiniere vigila a la entrada de Corleone, en una imagen de archivo.REUTERS

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