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Reportaje:

Y la materia se hizo música

La exposición 'Instrumentos del mundo' muestra en Vitoria la variedad creadora de todas las culturas

Casi cualquier objeto puede servir para la música. Con una mínima intervención del hombre, un trozo de madera se convierte en una matraca o un pedazo de metal, en una campanilla. Y así ha ocurrido en todas las culturas del planeta, entre las que no se conoce ninguna que no tenga relación con la melodía. Para comprobarlo sólo hace falta visitar la exposición Instrumentos del mundo. Música para ver, que hasta el próximo 13 de marzo presenta en la Caja Vital más de 450 ejemplares procedentes de 88 países diferentes.

Lo que queda claro después de recorrer la muestra es que cada cultura ha generado sus propios instrumentos y, por tanto, su música. Aunque también se pueden encontrar ejemplares muy parecidos entre sí en sociedades a miles de kilómetros de distancia y con tradiciones dispares. Aunque, si se atiende a lo que se puede contemplar en la sala de la Fundación Caja Vital, sí hay algunas líneas generales para grandes zonas geográficas.

La muestra procede de la colección de 2.500 ejemplares de unos aficionados de Irún
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Así, por ejemplo, la música africana, variada donde las haya, está dominada por los idiófonos, que son aquellos que producen el sonido por el propio material con el que están fabricados al ser tocados, rascados o frotados. En África abundan los elaborados a partir de grandes tacos de madera, vaciados en su interior y que se golpean con palos. Son siempre cuidadas producciones artesanas que, ya en su muestra más sofisticada, se convierten en esas hermosas campanas de percusión externa, procedentes de la etnia baule de Costa de Marfil, labradas con estilizada forma de mujer.

La muestra es una selección de la colección de unos aficionados de Irún (Guipúzcoa), formada por más de 2.500 ejemplares, la más importante de Europa. Como explica Fernando Martínez de Viñaspre, comisario de la exposición, "hemos elegido los más espectaculares, pero también hemos querido representar todas las culturas del mundo, aunque sus instrumentos sean más humildes".

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Martínez de Viñaspre le ha dado una orientación al recorrido principalmente didáctica. De este modo, los instrumentos se han distribuido en cuatro grandes apartados, en función de sus características básicas. Se abre con los citados idiófonos, la mayoría africanos, pero que también recoge algunos ejemplares típicos de Asia como el kong touch, un juego de gongs procedente de Camboya. Otro ejemplar interesante de estos instrumentos es un pat-talà, un xilófono de forma curva, de más de un metro de largo, procedente de Birmania.

Los aerófonos caracterizan a las culturas de los pueblos indígenas del continente americano, sobre todo las llamadas flautas de Pan, abundantes en todo el área andina. Pero estos instrumentos también son indispensables en la historia musical de Europa. Sin ir más lejos, el txistu, la gaita o dulzaina de Vasconia. Aunque quizás el que mejor represente todo el continente sea la cornamusa, del que hay un interesante ejemplar procedente de Ucrania, donde se llama koza, que nada tiene que envidiar a las gaitas gallega, asturiana o escocesa.

Durante el recorrido, las sorpresas se suceden, sobre todo al comprobar que en el campo de la complejidad del instrumento, el llamado primer mundo no es ni con mucho el que destaca. Y buena muestra de ello se encuentra en el apartado dedicado a los membranófonos, repleto de tambores de todo tipo y condición. Esta paradoja se comprueba con sólo comparar el thod-dar, un tambor mongol, de una delicada factura, con el runebomme noruego, de evidente tosquedad.

Aunque también en Europa se construyeron instrumetos sofisticados, a veces en exceso para lo que han aportado a la música. Como ejemplo, ese cordófono que es la zanfona, ingenio mecánico, que ha conseguido perfecciones insospechadas, pero que hoy ha desaparecido prácticamente del universo musical, mientras que la sencilla guitarra se ha convertido en la estrella de los instrumentos de su familia.

La exposición está siendo un éxito, según afirma Fernando Martínez de Viñaspre: "En los cuatro primeros días, hemos recibido la visita de más de 3.200 personas". La exposición ofrece además la posibilidad de realizar visitas guiadas para grupos (teléfono de contacto en la Caja Vital: 945 162157).

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