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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reinventar el 'collage'

La primera exposición monográfica en Europa del artista venezolano Arturo Herrera (Caracas, 1959) incluye collages, fotografías, escultura policromada, piezas hechas con recortes de fieltro y pinturas murales de gran tamaño. El medio centenar de obras que se exhiben en el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC) de Santiago están marcadas por una cuidada ambigüedad en la que se entremezclan elementos del modernismo, el expresionismo abstracto, el surrealismo y el lenguaje visual de la cultura popular.

En su búsqueda de creación de imágenes propias y nuevas, Herrera cuestiona el principio fundamental de la técnica del collage, que consiste en la transformación de materiales rechazados para la posterior creación de una obra con un nuevo significado. En su nueva fórmula para acercase al collage, Herrera toma una pintura original como punto de partida y la destruye deliberadamente al añadirle más elementos pictóricos. Estos recortes de papel se superponen al original en varias capas, pero la estructura abierta hace que lo que está por debajo se deje parcialmente a la vista.

ARTURO HERRERA

Centro Galego de Arte Contemporáneo

Santiago de Compostela

Hasta el 19 de junio

Más información
Los maestros del 'collage', en Barcelona

Las nuevas imágenes creadas por el artista responden a un vocabulario pictórico libre y abierto. En el fondo la gran pregunta que subyace en las obras de Herrera se refiere a la propia naturaleza de la imagen artística. Se plantea cuándo podemos concluir que una obra de arte está terminada, si es que llega a estarlo alguna vez ya que siempre es susceptible de transformarse para formar parte de una nueva pieza o, en el caso de los murales, simplemente desaparecer. Muchas de las obras de Herrera apelan a los borrosos recuerdos de la infancia y contienen numerosas referencias a los dibujos animados, pero esto no se debe a un especial interés por el mundo infantil. Más bien se vale de ciertos iconos para sacarlos de su contexto habitual y crear desasosiego y extrañeza. El cuidado montaje de la exposición contribuye a sumergir al espectador en un nuevo mundo en el que, como ocurre en los cuentos infantiles, es posible cambiar de perspectiva con solo traspasar una puerta. Sin embargo, el trabajo de Herrera conserva una indudable unidad.

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