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Reportaje:Signos

El poeta de La Mancha

Caballero Bonald reivindica la obra en verso de Cervantes con una antología

El cuarto centenario del Quijote dejará a finales de este año un monumental saldo de actividades más o menos olvidables y sólo un puñado de iniciativas verdaderamente trascendentes. Una de estas últimas es sin duda la cuidada selección que José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) ha realizado sobre la poesía cervantina que acaba de ver la luz en la editorial Seix Barral. "Aprovechando un poco esas verbenas que están circulando por ahí, recordé de pronto que conocía mal la poesía de Cervantes, un poeta que siempre fue maltratado", afirma el jerezano.

La poesía de Cervantes, en efecto, ha sido objeto de desprecio por parte de casi todos: en algunas ocasiones del propio autor, de sus contemporáneos, y finalmente de las generaciones sucesivas de lectores y editores. Desde los primeros juicios positivos de Adolfo de Castro o Menéndez Pelayo, hasta la edición de los dos tomos de las Poesías completas que Vicente Gaos compiló para Clásicos Castalia en 1974 y 1981, nada ha impedido que la faena en verso del padre del Quijote haya sido la gran desconocida para el público. Caballero Bonald decidió releer a Cervantes de cabo a rabo, y encontró una veta poética de considerable riqueza, sobre todo en La Galatea.

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"Hay ahí un heredero de Garcilaso, de las Églogas, un poeta renacentista, un poco rezagado de las avanzadas del Barroco, pero con sonetos y composiciones de arte mayor que me sorprendieron", asegura Caballero. De los atributos más destacados de la poesía cervantina, el antólogo subraya "la preocupación lingüística e incluso fonética, la búsqueda de la palabra. En las canciones no populares, en sus sonetos y octavas reales, en sus descripciones de la naturaleza o en la concepción del amor, hay una exquisitez, un refinamiento que ya empieza a acercarse al Barroco", añade.

Caballero Bonald traza en su selección un recorrido que va del Quijote y La Galatea, ricos en versos intercalados, a los poemas sueltos propiamente dichos, pasando por las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso, Persiles y Segismunda o el teatro cervantino: los Entremeses, El rufián dichoso, La Numancia, Los baños de Argel, El laberinto de amor, La entretenida... En todos estos títulos se halla la maestría antes mencionada, pero también el perfil humano de una figura excepcional. "He leído con compasión sus obras poéticas", confiesa el jerezano. "Cervantes fue un perdedor. Quiso ser poeta, cultivó la poesía desde niño, y acabó viendo esa vocación con una distancia irónica. Conoció cárceles, cautiverios, vidas equívocas de su familia, desdichas... Todo esto me ha ayudado a comprender mejor su persona y su obra", agrega Caballero Bonald.

¿Por qué Cervantes ha sido olvidado como poeta? Es la pregunta que sigue en el aire, y las respuestas podrían ser muchas. La razón más evidente es que su nombre quedara aplastado bajo el peso fenomenal de los Góngora, Quevedo, Lope, Villamediana, Bocángel, Soto de Rojas o Carrillo de Sotomayor, los poetas que reinventan el idioma en el Siglo de Oro. Otro motivo obvio es que la gigantesca trascendencia del Quijote desplazara no sólo sus versos, sino todo el conjunto de su obra, a un oscuro segundo plano. Pero Caballero Bonald especula también con la idea de que el genio de Alcalá de Henares ha sido mal leído a lo largo del tiempo, "o leído con desatención y a partir de determinados prejuicios".

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La defensa de Cernuda

Entre la crítica de Luis Rosales, que habla de "una voz poética despersonalizada", y la opinión del citado Vicente Gaos, que certificaba "la imposibilidad absoluta de que sea mediocre", sin olvidar la encendida reivindicación de Luis Cernuda, probablemente el primer devoto de la poesía de Cervantes -"leamos ya sus versos con menos telarañas en los ojos", exigía-, Caballero Bonald se alinea sin reservas en el bando de los defensores con una sencilla aseveración: "Quien fundó la mejor prosa narrativa de su tiempo no pudo ser sino un poeta".

Y, de paso, despoja al manchego de complejos. "He sugerido que, según todos los síntomas, Cervantes creyó firmemente en la relevancia de su obra -presunción nada inusual- y, aunque en modo alguno previó la trascendencia fundacional del Quijote, sí tuvo conciencia de su talento literario y de que aun 'excedía en la invención' a muchos de los ingenios de su tiempo", escribe Caballero.

Paralelamente a esta revisión de la poesía cervantina, Caballero Bonald trabajaba en un nuevo libro de poemas propios, que verá la luz en el próximo mes de septiembre, en el mismo sello Seix Barral, bajo el título Manual de infractores. "Será un libro sobre la desobediencia, sobre la rebeldía que se hace tan necesaria en estos tiempos", adelanta el poeta.

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