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La polémica Yulia Timoshenko pasa a la oposición con la mirada puesta en las presidenciales

Yulia Timoshenko, de 44 años, la Juana de Arco de Ucrania, fue una de las claves de la llegada a la presidencia de Víktor Yúshenko. En noviembre, con el candidato continuista, Víktor Yanukóvich, recibiendo ya las felicitaciones de Rusia tras unos comicios amañados que la gran mayoría de la comunidad internacional había calificado de fraudulentos, la astuta y vehemente Timoshenko se echó a la calle y se convirtió en el alma y el nervio de la Revolución Naranja, que acabó triunfando.

Timoshenko no tardó en pasar a Yúshenko -que durante la campaña electoral había sido incluso envenenado, presuntamente a instancias de sus rivales políticos- el cheque por sus buenos oficios: le exigió el mejor puesto en el flamante nuevo Gabinete, el de primer ministro. Yúshenko vaciló, pero no le quedaba opción: la pugnaz dirigente amenazaba con echarse de nuevo a la calle y esgrimió incluso un documento por escrito en el que, en la confraternización de la lucha común, se le prometía el puesto. Hubo pacto, pero casi nadie dudaba de que sería inestable, entre otras razones porque Timoshenko tiene puesta su mirada en la presidencia.

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A la polémica dirigente se la conoce también en determinados ambientes como la Princesa del Gas por su relación con un sector tan lucrativo como oscuro. En la segunda mitad de la época de los noventa llegó a la capital desde Dniepropetrovsk para trabajar en el sector energético de la mano del entonces jefe de Gobierno, Pável Lazarenko, hoy juzgado en Estados Unidos por delitos financieros. Su marido, Alexandr, está exiliado en el Reino Unido, huyendo de la justicia: se le investiga por asuntos relacionados con el consorcio energético que fue presidido por Yulia. Ella misma pasó varias semanas en prisión, aunque la justicia dio finalmente carpetazo al sumario. Y la fiscalía militar rusa pidió infructuosamente a la Interpol que la detuviera por otro caso: su presunta vinculación con un proceso de soborno contra varios generales.

Timoshenko ya había sido viceprimer ministra en un Gobierno dirigido por Yúshenko en 1999, en la época en que ambos trabajaban con el entonces presidente, Leonid Kuchma. La alianza entre ambos desbarató en 2004 los planes de Kuchma para perpetuar su régimen a través de Yanukóvich. Pero la luna de miel ha terminado. La Pasionaria centroeuropea ya se prepara para volver a ocupar las calles.

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