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LA INCREÍBLE HISTORIA DEL CHAVAL DE CHICAGO QUE DESCIFRÓ EL SECRETO DE LA VIDA

Ideas claras, estilo directo

Javier Sampedro

Atrasen el reloj hasta finales de los años cuarenta. El gran físico Erwin Schrödinger ha publicado hace poco su libro ¿Qué es la vida?, donde argumenta que la clave de la biología no puede ser otra que el almacenamiento y la transmisión de información, y que esa información sólo puede consistir en un "mensaje cifrado hereditario". Una copia del libro cae en manos de un chaval de Chicago que estudia biología. Al cumplir 23 años, el chico decide irse a Cambridge a descifrar el mensaje propuesto por Schrödin-ger, y dos años después lo consigue.

Por inverosímil que resulte, ésa es la historia de James Watson (Chicago, 1928), descubridor, junto al británico Francis Crick, de la doble hélice del ADN, el secreto de la vida, uno de los mayores hitos científicos de todos los tiempos.

Una empresa le ha ofrecido descifrar gratis su genoma y él ha dicho que no. A sus 77 años, Watson les ha cogido miedo a sus propios genes

El ADN es una molécula enorme, pero sólo tiene cuatro componentes: las bases (o letras químicas) A, C, G y T, que forman grandes ristras en cualquier orden. Watson y Crick sospechaban que la molécula consistía en dos ristras paralelas. Y fue el joven Jim el primero en darse cuenta de que cada letra de una ristra sólo podía aparearse con cierta letra de la otra ristra: A siempre con T, G siempre con C. Este destello explicó súbitamente por qué los seres vivos pueden sacar copias de sí mismos: si uno separa las dos hileras, cada una puede reconstruir a la otra. Y demostró que Schrödinger tenía razón. Su "mensaje cifrado" está contenido en el orden de las letras en cada hilera, al igual que un mensaje literario está contenido en el orden de las letras en un texto.

Tras semejante arranque, el resto de la carrera de Watson -medio siglo- tuvo que ser forzosamente un anticlímax. Pero el científico ha sabido aprovechar su gran influencia para estimular a otros investigadores, conseguir fondos y marcar tendencias. Dirige desde 1968 el Cold Spring Harbor de Nueva York, uno de los mejores laboratorios de biología del mundo, y fue el principal impulsor del Proyecto Genoma (la determinación del orden exacto de los 3.000 millones de letras del ADN humano) y su director hasta 1992, cuando abandonó tras hacer públicas sus discrepancias con Craig Venter y otros científicos partidarios de atraer dinero privado al proyecto.

Watson ha defendido siempre el avance de la biología -bacterias manipuladas, plantas transgénicas, células madre, clonación terapéutica, selección embrionaria- frente a los reparos y temores de todo tipo que esa ciencia suele suscitar. Es absolutamente incapaz de suavizar sus argumentos con un eufemismo, y su estilo transparente y directo, a veces brutal, le ha enemistado con mucha gente, incluidos científicos como el propio Crick.

Pero esa misma voluntad de claridad le ha convertido también en un gran escritor científico. Su libro La doble hélice, de 1968, reveló al mundo que la carne de los científicos es tan débil como cualquier otra.

Una empresa le ha ofrecido descifrar gratis su genoma y él ha dicho que no. A sus 77 años, el joven Jim les ha cogido miedo a sus propios genes.

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