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'El martillo' se pilló un dedo

Tom DeLay, de 58 años y procesado por violación de las leyes de financiación de campañas electorales en su Estado (Tejas), es conocido como el martillo por razones obvias: forma parte de la guardia pretoriana republicana que controla las dos cámaras del Congreso con puño de hierro en guante también de hierro. Es irónico que acuse al fiscal demócrata del condado de Travis -independientemente de que pueda tener razón- de actuar "por razones partidistas", porque ése es el estilo DeLay: "Su era estará marcada por una palabra: partidismo", dice el comentarista David Brooks, que escribe en The New York Times que esa era terminó el miércoles y que DeLay cayó "víctima de su voluntad de forzar hasta el límite las leyes de financiación por el bien del equipo".

¿Qué hizo DeLay, el responsable del Congreso de posición más elevada procesado hasta el momento? Otros antes que él dimitieron para evitar situaciones iguales o peores. Dos proezas políticas: la primera, en 2002, que los republicanos lograran, después de 130 años, la mayoría en la Cámara de Tejas; la segunda, en 2003, que esa mayoría rediseñara los distritos electorales para favorecer las opciones de sus candidatos a la Cámara de Washington. Para todo ello se ayudó de algo tan sencillo como arriesgado: canalizar fondos de grandes empresas hacia campañas electorales locales, lo cual es ilegal en Tejas y otros 17 Estados.

Grandes empresas

Los fondos habían sido recaudados entre grandes empresas por un comité que creó DeLay: Tejanos por una Mayoría Republicana. Al menos un cheque de 190.000 dólares (unos 160.000 euros) de una cuenta del comité llegó a las manos de Ferry Nelson, del Comité Republicano, con una lista de los siete candidatos que deberían recibir fondos para sus campañas en Tejas. Eso es lo que ocurrió, y eso es lo que se ha investigado desde hace 34 meses. Si hubiera una sentencia de culpabilidad, la pena sería de entre seis meses y dos años de cárcel.

DeLay dice que toda la maquinaria estaba en manos de sus abogados. Si puede demostrar que no violó conscientemente ninguna ley y que no estuvo informado del envío del cheque y de la lista -es decir, si no hay pruebas de que lo hizo- quedará absuelto. Podría ser así, pero desde el miércoles, el irrecuperable daño político ya está hecho. Además, y en contraste con el calor y las expresiones de solidaridad de los líderes parlamentarios republicanos más cercanos a DeLay, el partido ha marcado ya distancias, como se desprende de la reacción de su presidente, Ken Mehlman, en la que no se reivindica la supuesta inocencia del implicado: "Confiamos en que la justicia sea ciega ante la política; como Tom DeLay ha dicho, seguiremos concentrándonos en los asuntos que interesan a los estadounidenses".

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