_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No lo dude más

Está ya en las librerías la que puede ser gran obra de consulta de los hispanohablantes y, más en concreto, de cuantos usamos la lengua española como principal instrumento de trabajo. Se trata del Diccionario panhispánico de dudas que, con 7.000 entradas, han puesto a punto de manera conjunta las 22 Academias de la Lengua Española, en un trabajo que el director de la argentina, Pedro Luis Barcia, responsable de la comisión que coordina el proyecto, califica de "instrumento revolucionario", especialmente atento al uso en todas las áreas lingüísticas de América y España.

Esta obra llega a su culminación cuando más evidente es su necesidad, con la formidable expansión de nuestra lengua en el mundo, pero no por ello menos sometida al peligro de la atomización, como le está ocurriendo ya al inglés, que desde Alabama a Nueva Zelanda se enriquece tanto como se enrarece. Contra esa asechanza parte este diccionario que se ocupa de la normalización de extranjerismos -anglicismos, sobre todo- así como en fijar la normativa de los aspectos gráficos de la lengua, pronunciación, o régimen de proposiciones que tantos quebraderos de cabeza nos da cuando comparamos el uso peninsular con los de muchos países latinoamericanos, y todo ello con un criterio claro, exhaustivo, unificado y consensuado.

Más información
Las 22 academias de la lengua española comparten un 'Diccionario de dudas'
El camino para resolver los retos del español
Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Un solo español, sí, pero abierto, flexible, integrador, que entiende la lengua no como un privilegio de España, sino que abraza la múltiple realidad iberoamericana, como ha sido siempre el objetivo del director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha. Sirva como ejemplo de ello, el uso del término vaqueros que en España, como sabemos, designa un tipo de pantalones resistentes y muy sufridos, como decían nuestras madres, mientras que en Colombia preferimos con el mismo derecho bluyins, en estupenda fonetización del término inglés blue jeans.

Y todo ello es así porque la lengua, como expresión de identidad, registra importantes variantes incluso dentro de una misma zona lingüística, y por ello mismo es también un formidable útil de poder como acto de presencia en el mundo. Parece claro el interés de todos los países hispánicos en que esa herramienta no se melle y siga siendo una, aunque en la diversidad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_