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GUIÑOS
Columna
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Solidaridad y servicio

Bilbao acoge estos días dos exposiciones fotográficas orientadas por criterios de solidaridad y una tercera con afán de servicio público. Ésta ultima se encuentra en el Centro de Salud Javier Saenz de Buruaga, en la Plaza del Ensanche. Son fotografías tomadas por Javier Martín (Bilbao, 1952) en los centros sanitarios que Osakidetza tiene en la capital vizcaína. Su amplio reportaje se centra en los espacios más que en el personal sanitario o los enfermos. Son lugares que con frecuencia imaginamos fríos y, como poco, asépticos; sin embargo, la realidad es muy diferente. Se nos muestran vivos, bonitos, repletos de armonía y color, donde los usuarios pueden encontrar cierto grado de alivio en su malestar. Bien cierto, es sólo la imagen, la que inaugura el consejero, porque las listas de espera en hospitales pueden durar años y esto no se aplaca solo con los buenos diseños.

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Una segunda muestra se encuentra en la sala Elkano de la Fundación BBK. Se presenta como "exposición solidaria" en beneficio de Unicef. Entre las fotografías encontramos piezas de verdadero interés. Entre ellas figura una singular Albufera de Juan Armentia, iluminada aparentemente por una luz de luna; una chocante vista de Lekeitio tomada por Miguel Toña, donde una luz de mañana realza una interesante combinación de casas, arena, mar y muelle o, entre otras tan interesantes, Indiferencia, una pareja que pasea por Abandoibarra al parecer perseguidos por la gigantesca araña que reside tras el Guggenheim, a la orilla de la Ría.

Finalmente, tenemos al brillante reportero Fernando Moleres en la estación ferroviaria de Abando. Patrocinado por el Departamento de Asuntos Sociales y la Fundación Idi Ezkerra, presenta Miradas sin infancia. Es una serie de fotografías en blanco y negro sobre la explotación laboral infantil en el mundo, trabajo por el que le han otorgado numerosos galardones, entre otros el tercer premio del prestigioso concurso internacional World Press Photo, en 1998 o el Additional W. Eugene Smith en 1999. De estos documentos gráficos se desprende de manera taxativa la crudeza de una vida de esfuerzos y sufrimiento padecida por los niños en la India, en Filipinas, Ruanda, Guatemala, pero los llamados eufemísticamente países del Primer Mundo también enseñan a esta lacra. Así, tenemos el metro de Londres donde se puede ver a un jovenzuelo pidiendo dinero mientras, a su lado, un adulto toca un instrumento musical, o en las cercanías de la parisina Torre Eiffel a los niños zíngaros haciendo sonar sus pequeñas acordeones a la espera de unas pocas monedas para seguir subsistiendo.

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