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Columna
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La realidad en el arte

Con esta exposición de Robert Rauschenberg, hoy octogenario, el arte estadounidense cumple un aniversario más estilístico que funcional, porque este artista, que nació en 1925 en la localidad tejana de Port Arthur, tuvo una influencia decisiva para promocionar el arte americano. Es cierto que la importancia de la Escuela de Nueva York se produjo tras la II Guerra Mundial con el expresionismo abstracto, pero cuando realmente tuvo lugar una ruptura radical fue con la utilización de los elementos de la realidad en el arte, como llevó a cabo Rauschenberg a comienzos de los años cincuenta. Todavía no había muerto Pollock, pero Rauschenberg ya estaba realizando experiencias en lo que se llamó "ensamblaje del arte", que consistía en mezclar objetos sacados del mundo cotidiano con pigmentaciones pictóricas de carácter expresionista. ¿Cómo se le ocurrió semejante cosa? Porque tenía presente, después de la expansión emocional del expresionismo abstracto, la cada vez mayor presencia de la realidad cotidiana. En este sentido, Rauschenberg no tuvo inconveniente en utilizar no sólo fotografías, sino también objetos sacados del mundo cotidiano doméstico. Esto significó adelantarse al pop, que no hizo sino seguir estas huellas neutralizando lo que tenían de intervención física manual. Es cierto que Rauschenberg había participado en las experiencias del Black Mountain College de Carolina del Norte, donde se desarrollaron muchas experiencias vanguardistas en todas las artes, pero al trasladarse a Nueva York se planteó la idea de una pintura que no fuera solamente una expansión emocional sino también un contacto con la realidad.

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No sabe hasta qué punto el azar ayuda a la necesidad, pero fue providencial que Rauschenberg se encontrase en esos años, cuando acababa de llegar a Nueva York, con el entonces también bisoño galerista Leo Castelli, porque de este encuentro no sólo se creó el luego llamado arte neodadaísta, sino también los primeros peldaños del pop. Castelli conectó con Rauschenberg y quedó admirado por sus combine painting, y le propuso realizar una exposición en su galería, aunque luego resultó que la primicia fue para Jasper Johns, vecino de Rauschenberg, pero con la sucesión de estas exposiciones de ambos se creó una revolución en el arte contemporáneo. Esta revolución se basa en el hecho de que los artistas progresivamente iban a dejar abandonada la participación manual en la obra en favor de un diseño estrictamente conceptual. El arte a partir de entonces era pensamiento y no manualidad. Fue tan profunda y precoz la intención de Rauschenberg que ha pasado más de medio siglo desde su revolución y en el arte estadounidense, y por tanto en el arte internacional, no se ha producido otra cosa que este ejercicio que convierte, no digo ya la pintura, cosa sobrepasada, sino cualquier actividad artística que no sea puramente mental.

En este sentido, la celebración de una exposición sobre Robert Rauschenberg no sólo hace justicia histórica al importante legado que ha hecho a la vanguardia internacional, sino que establece con claridad meridiana cuáles son las sendas del arte hasta la actualidad, que sigue pensando en el objeto artístico como algo esencialmente conceptual.

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