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Rusia cumple su amenaza de cortar el suministro de gas a Ucrania

Moscú traslada a Kiev la responsabilidad por los problemas que pueda causar a Europa

Rusia pasó ayer de las amenazas al ataque frontal y cerró el grifo de las tuberías que llevan el gas a Ucrania, que ha optado, según afirman los rusos basándose en "datos operativos", por quedarse con parte del combustible destinado a Europa. Moscú cortó el suministro después de que Kiev no aceptara la propuesta hecha el sábado por Vladímir Putin. La oferta consistía en continuar vendiéndole el gas al precio de 2005 durante el primer trimestre de 2006 si Ucrania firmaba antes del comienzo del año nuevo los acuerdos para pagar, a partir del segundo trimestre, la nueva tarifa exigida.

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Moscú no sólo dejó de bombear el gas que vende a Ucrania, sino que también cesó de entregar a su vecino el que proviene de Turkmenistán, alegando que todo ese combustible es para Rusia de acuerdo con el contrato firmado en el viaje relámpago que realizó la semana pasada el presidente de la compañía rusa Gazprom, Alexéi Miller, a Ashgabat. Así lo anunció el portavoz del monopolio estatal del gas ruso, Serguéi Kupriánov. Sin embargo, como Kiev también firmó un acuerdo con ese país centroasiático para importar gas, que obligatoriamente pasa por territorio ruso, los ucranios ahora pueden acusar al Kremlin de estar quedándose ilegalmente con el destinado a ellos.

Pero es Moscú el que se ha lanzado a la ofensiva y culpa a Kiev de la actual crisis, sosteniendo que los ucranios decidieron desde un principio ir a la confrontación al negarse a aceptar el precio de mercado que Rusia quiere obtener por el combustible. Gazprom ha más que cuadruplicado la tarifa y ahora exige que Ucrania pague 230 dólares (unos 185 euros) por mil metros cúbicos de gas -en 2005 se lo vendía a 50-, mientras que Kiev ha propuesto pagar 85.

El Ministerio de Exteriores ruso divulgó una declaración en la que acusa a Ucrania de "haber hecho fracasar conscientemente las negociaciones" con el fin de "utilizar el problema del gas para crear una imagen de enemigo y manipular la situación política interna, incluido el plazo de las elecciones parlamentarias" que deben celebrarse en marzo en ese país. Toda la responsabilidad por los posibles problemas que pueda tener Europa con el volumen de gas que importa desde Rusia recae sobre Ucrania, señaló Moscú.

"Datos operativos"

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Gazprom advirtió ayer de que Kiev había optado por quedarse ilegalmente con parte del gas que Rusia bombea a Europa a través de tres líneas de gasoducto que pasan por Ucrania. Kupriánov aseguró que, "según datos operativos", Ucrania ha comenzado a extraer parte del gas destinado a Europa para cubrir sus necesidades. De acuerdo con los primeros datos, a la localidad eslovaca de Velke Kapusany, cercana a la frontera con Ucrania, está llegando menos gas del bombeado en la frontera ruso-ucrania. El Kremlin no puede impedir técnicamente que Ucrania se apropie de parte del gas que pasa por su territorio.

Naftogaz, la compañía ucrania de gas, declaró por su parte que es Gazprom el que ha disminuido el volumen del gas destinado a Europa y acusa al monopolio ruso de estar infringiendo sistemáticamente desde el viernes pasado las normas del contrato a largo plazo vigente entre ambas compañías sobre el volumen y condiciones del tránsito del gas ruso a través de territorio ucranio. Mientras tanto, el jefe del Gobierno, Yuri Yenajúrov, encabezó ayer un grupo operativo creado especialmente para solucionar la crisis del gas, del que forman parte una serie de ministros y dirigentes de Naftogaz. Según afirma esta compañía ucrania, la disminución del gas proveniente de Rusia asciende a 187 millones de metros cúbicos al día. Esta cifra es 67 millones más que la cantidad que, según Gazpron, ha recortado a Ucrania.

El presidente ucranio, Víctor Yúshenko insistió ayer en que Ucrania está de acuerdo en pagar un precio de mercado por el gas ruso, que debe ser determinado en el curso de negociaciones. La tarifa exigida por Rusia "es inaceptable". Los analistas ucranios creen que esta guerra del gas está políticamente motivada, y es el castigo del Kremlin por la posición de Kiev, que ha optado por una línea estratégica hacia la integración en Europa y la OTAN.

El presidente ucranio, Víctor Yúshenko (sentado, en el centro), analiza el conflicto del gas ayer en Kiev.
El presidente ucranio, Víctor Yúshenko (sentado, en el centro), analiza el conflicto del gas ayer en Kiev.REUTERS

Presidencia del G-8

A partir de ayer Rusia ha pasado a presidir el grupo de grandes países industrializados o G-8, circunstancia que ha coincidido con el nuevo impulso dado a la guerra del gas entre Kiev y Moscú por la decisión del Kremlin de cesar las exportaciones destinadas a su vecino.

Esto, unido a la involución que está viviendo Rusia bajo el régimen de Vladímir Putin, despierta preocupación en Occidente, que ha seguido atentamente la ofensiva lanzada contra las conquistas democráticas. Ya no queda prácticamente ninguna esfera que el Kremlin no controle, aseguran los defensores de derechos humanos, que protestaron enérgicamente contra la reciente aprobación de la nueva ley sobre organizaciones no gubernamentales, cuyo destino ahora queda al arbitrio del Gobierno y de los burócratas.

La televisión está controlada por el Estado, ha habido una renacionalización de gran parte de la industria petrolera, que ha ido acompañada del acoso contra la compañía Yukos y el encarcelamiento de su ex presidente, Mijaíl Jodorkovski.

Putin había declarado querer convertir la seguridad energética en el tema más importante de la agenda del G-8, pero paradójicamente el comienzo de la presidencia de Rusia está marcado por una mayor inseguridad en este campo, al menos para Europa, que ya está siendo golpeada por la guerra del gas.

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