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Entrevista:

"Haremos del limón limonada"

Marc Carroggio, miembro la oficina de prensa del Opus Dei, lamenta que se invoque "el cliché de que en la ficción todo vale"

Marc Carroggio (Barcelona, 1967) se mueve por Roma en bicicleta y abre puertas en Ciudad del Vaticano, adonde se nota que acude con frecuencia. Es doctor por la Universidad de Navarra con una tesis sobre Patrocinio, deporte y olimpismo: estrategias de comunicación, y enseña Comunicación Institucional en la Pontificia Università della Santa Croce. Como responsable de la relación del Opus Dei con la prensa internacional, es quien da la cara ante la avalancha desatada por El Código Da Vinci.

Carroggio asume con optimismo el papel de portavoz del "malo de la película", como le calificó en enero pasado la agencia de prensa católica Zenit. "El libro y la actual expectativa [de la película] están resultando una especie de publicidad indirecta. Sé que la ficción tiene sus reglas y no hay que tomarla demasiado en serio. Pero, como a cualquier cristiano, me disgusta la frivolidad con que el libro juega con la vida de Jesucristo", dijo entonces.

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No habrá guerra contra nadie, pese a que el guión de la película "criminaliza a un grupo de personas y presenta a la Iglesia como una banda de delincuentes que durante dos mil años ha estado dispuesta a todo con tal de mantener escondida una gran mentira".

Era rarísimo ver al Opus Dei reaccionando ante un acontecimiento cualquiera. La actitud de Carroggio obedece a una nueva estrategia de puertas abiertas. "Hay quien está esperando una especie de declaración de guerra por parte de la Iglesia católica y, dentro de ella, del Opus Dei. Sería interesante para el marketing de la película: un conflicto entre poderes y todo eso. La única respuesta que llegará del Opus Dei será una declaración de paz. Nadie va a formular amenazas, ni a promover un boicot. Convertiremos el limón en limonada. Estamos ante una oportunidad para hablar de Jesucristo. Es el interés por su figura lo que explica en parte la difusión de la novela. Es el típico caso de parasitismo cultural: hacerse famosos polemizando con famosos; presentar la transgresión como arte. Si no fuera Jesucristo el personaje central de la trama, se desinflaría su interés".

Carroggio no ha visto la película, pero niega que deba ser entendida sólo como una expresión artística, olvidando que hiere a instituciones. "Si estuviésemos simplemente ante una obra de ficción, no habría problema: cualquier espectador sabría a qué atenerse. El problema es que en este caso se juega con la ambigüedad: se dice que la historia es en parte real y en parte inventada, pero no se sabe dónde termina la realidad y dónde empieza la imaginación. Y esto es desagradable cuando estamos hablando de crímenes, flagelaciones sangrientas o mentiras. Imagine que una película revelase, siempre desde la diversidad como expresión artística, que Sony-Columbia [la productora de la película] es en realidad tapadera de actividades mafiosas y criminales, que usa el dinero de sus inversores con fines inconfesables. Imagine que el guión mezclase hechos reales e inventados de modo confuso. No se puede invocar el cliché de que en la ficción todo vale".

Como no hay mal que por bien no venga, el libro de Brown ha puesto de moda el Opus Dei y le ha dado la oportunidad de explicarse. Sólo en Estados Unidos, más de un millón de personas se han puesto ahora en contacto con su página web (http://www.opusdei.org), en gran parte gracias a este revuelo, asume su portavoz.

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