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Los productores temen perder la confianza del consumidor

Si la producción de plantas modificadas genéticamente es polémica, su uso como fuente de medicamentos (los llamados biofármacos) lo es más aún. El anuncio de Ventria Biosciences de que ha preparado un cultivo de arroz para producir proteínas humanas ha levantado las protestas, no sólo de los ecologistas, sino también del sector agrícola y de sus máximos representantes. "Simplemente, queremos que se vayan", ha dicho el representante de la Asociación Estadounidense de Productores de Arroz, Bob Papanos.

La causa de esta hostilidad no es la competencia. Con apenas 135 hectáreas de cultivo, la plantación de Ventria es una ínfima parte de la producción de EE UU, que posee el 50% de la superficie mundial destinada a transgénicos. Además, el pequeño laboratorio ha escogido para implantarse una localidad (Greenville, en Carolina del Norte) alejada de las zonas arroceras del sur del país en las costas del Caribe y del Pacífico.

El problema es, sobre todo, de imagen: Estados Unidos exporta casi la mitad de los 1.180 millones de dólares (unos 920 millones de euros) que producen de arroz. Los dos mercados principales son Japón y la Unión Europea. Y en ninguna de estas dos zonas los transgénicos están muy bien vistos. Cada anuncio de una nueva variedad es recibida con protestas por las organizaciones de consumidores y ecologistas. Por eso, "esta pequeña compañía puede traernos problemas", insiste Papanos.

Sistema de contención

El peligro es que algún análisis muestre que se ha producido contaminación del arroz no transgénico con polen del modificado. El presidente de Ventria, Scott Deeter, lo descarta: "Usamos un sistema de contención. El arroz es una planta que se autopoliniza [la fecundación se realiza la mayoría de las veces por la propia planta o dentro del mismo cultivo]", señala.

Pero estas explicaciones no tranquilizan a los ecologistas. "Establecer distancias de seguridad no sirve. La legislación española establece una distancia de seguridad de 50 metros, cuando el polen puede viajar centenares de metros", indica Greenpeace. Un informe de esta organización en España, la mayor potencia en biocultivos de la UE, señala que en Cataluña y Aragón se han dado al menos seis casos de contaminación de cultivos en 2005.

El miedo aumenta ante la posibilidad de que el arroz no se use sólo como fábrica de proteínas -lo que implicaría un tratamiento posterior-, sino que se incluya directamente en la dieta de los niños. El mercado de alimentos infantiles mueve 10.000 millones de dólares (7.800 millones de euros) sólo en Estados Unidos. Un negocio que se resentiría de los recelos de los consumidores.

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