"Hemos vivido reprimidas"
"Me sabía una mujer desde muy joven, pero no me aceptaba". Así explica Gina Serra, presidenta de la Asociación de Transexuales de Cataluña, la razón por la que decidió iniciar el complicado proceso del cambio de género. Pero no fue fácil. Durante más de 40 años Serra luchó por llevar la vida de hombre que se esperaba de ella. "Tengo 47 años. Nací en 1959, en plena dictadura. La presión era muy fuerte, y no había información. Hasta me casé para ver si con la boda se me pasaba, pero no funcionó", relata.
De aquella boda nació un hijo, que ahora tiene 17 años, y que vive con Serra. "Tengo la guardia y custodia. Hasta que no cumplió 12 años no empecé a moverme", dice orgullosa. "Mi ex mujer dice que me encuentra mejor que antes. Me costaba centrarme. Además, con el problema que tenía, sólo estudié Formación Profesional", relata.
Tanto compromiso hizo que Serra no iniciara el cambio a mujer hasta pasada la treintena. "Trabajaba en la hostelería. Era encargada de una cafetería. Ser delegada sindical me protegió mucho para mantener el trabajo mientras iniciaba el cambio", cuenta.
Para Serra y su pareja, Joana López, una teleoperadora de 38 años, la ley llega tarde. "El 1 de septiembre nos vamos a Tailandia a operarnos. Estamos en capilla, y muy nerviosas. Nos sale mucho más barato que hacerlo en España. Aquí nos cuesta 12.500 euros a cada una. En Tailandia, lo hacemos por 14.000 las dos".
La futura ley no les garantiza la gratuidad de la operación. "Y no podemos esperar más. El dinero se acaba", dice López. "Pero eso no quiere decir que la ley no nos sirva. Nos hubiera venido mejor hace cuatro o cinco años, pero nos va a beneficiar. El cambio de papeles lo podremos hacer por la vía administrativa, que es más rápida y más barata", afirma López. "Y, sobre todo, la ley dará muchos ánimos a las personas transexuales que saben que lo son, pero han vivido reprimidas toda su vida", afirman.
