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Elecciones en Perú

El desastre de la primera presidencia

Jorge Marirrodriga

Probablemente el principal reto, tanto personal como político, de Alan García en el mandato que asumirá a finales de julio como presidente de Perú sea demostrar que él es una excepción al dicho de que "segundas partes nunca fueron buenas". Sobre todo teniendo en cuenta que hay casi unanimidad en la opinión pública peruana sobre que su anterior presidencia, entre 1985 y 1990, fue desastrosa. Y el mismo García no ha pretendido disimularlo durante la campaña.

Con 35 años, García se instaló el 28 de julio de 1985 como nuevo inquilino del palacio de Pizarro con un proyecto de transformación del país que había generado grandes expectativas entre la ciudadanía y le había llevado al poder en la primera vuelta de las elecciones. El joven presidente comenzó poniendo en marcha un ambicioso proyecto de obras públicas como instrumento para sentar las bases del desarrollo del país y a la vez generar empleo.

En un discurso dirigido a la nación, García proclamó su ruptura con las medidas propuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) -que tampoco habían servido para detener la crisis-, creó una nueva moneda, el inti, y congeló los precios básicos y la tasa de cambio respecto al dólar. García no era el único en adoptar una estrategia similar, Brasil y Argentina (aunque ésta previa consulta al FMI) seguían programas parecidos. Los resultados inmediatos fueron muy buenos. La inflación de 1985 bajó al 3,5% y la economía creció en 1986 un 10%, el mayor crecimiento en 30 años.

Pero el programa económico de García tenía letra pequeña. A finales de 1986 las reservas estaban bajo mínimos y el Estado se quedó sin liquidez. Los peruanos comenzaron a cambiar sus intis por dólares. Se generó un mercado de cambio paralelo y el Gobierno no pudo controlar la caída de su moneda. Tampoco la coyuntura internacional era buena. En 1987 García nacionalizó la banca esperando el respaldo popular, pero la pérdida de confianza en su gestión era patente. La inflación se disparó y García ideó sucesivos planes que empeoraron la situación. Recurrió al FMI y Banco Mundial quienes le cerraron sus líneas de crédito.

Matanza en las cárceles

En paralelo, Sendero Luminoso multiplicó sus secuestros, asesinatos -García escapó a un intento- y atentados con bomba que afectaron a la propia Lima. Las fuerzas de seguridad se vieron envueltas en casos de violación de los derechos humanos. Los más famosos son la Matanza de las Prisiones en 1986 con 300 muertos y la Matanza de Cayara donde según Amnistía Internacional fueron ejecutados 30 campesinos.

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García tuvo que huir del país. Se exilió primero en Colombia y luego en Francia. No regresó a Perú hasta 2001. Sobre él pendían denuncias penales por su supuesta responsabilidad en la matanza de los penales y de enriquecimiento ilícito. Sin embargo, estos temas nunca fueron sometidos a juicio ya que el Gobierno de Alberto Fujimori prefirió no juzgarlo por sus delitos.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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