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Reportaje:Alemania 2006

Los nuevos coliseos

Alemania ha invertido 1.500 millones de euros en construir o renovar estadios con vistas a la gran cita futbolística

Alemania ha construido o renovado para el Mundial una docena de estadios con un costo por encima de los 1.500 millones de euros. La financiación ha corrido a cargo sobre todo de los ayuntamientos y los Estados federados. El Gobierno contribuyó en dos casos que podrían calificarse de políticos: para la renovación del Olímpico de Berlín y para la construcción del de Leipzig, en el Este del país. Nueve de los doce están concebidos de forma exclusiva para el fútbol, sin pista de atletismo alrededor. El de Múnich, en el que este viernes se jugará el partido inaugural del torneo entre la selección anfitriona y la de Costa Rica, está considerado como una joya de la arquitectura deportiva. No se queda atrás el de Gelsenkirchen con su techo descapotable y la pradera de quita y pon. España debutará en el nuevo de Leipzig y jugará sus otros dos encuentros en los renovados de Stuttgart y Kaiserslautern, en el Sur.

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Mucho más que un estadio

Los estadios mundialistas han pasado a formar parte del paisaje urbano repartidos por toda Alemania. Colonia se definía desde la distancia por las torres de la catedral. Ahora, los que se aproximen a la ciudad desde el Oeste se verán enfrentados a las torres del recinto deportivo. El de Múnich surgió en medio del campo y a sus espaldas se encuentra un cementerio de pueblo. La iluminación cambiante de esa especie de cojines que lo revisten tiene que encenderse con precauciones para que no altere la vista de los conductores en una vecina autopista.

El fútbol alemán se concentra en el Estado de Renania del Norte-Westfalia, en las cuencas del Rín y del Ruhr, con nada menos que 18 millones de habitantes. Allí se encuentran tres de los estadios y hasta se prepararon otros dos, los de Düsseldorf y Mönchengladbach, que se han quedado con las ganas. Se trata del Mundial de Alemania y había que repartir los partidos por todo el país. Llevar un estadio al Este provoca la situación curiosa de que se haya escogido como base el viejo de Leipzig, en el que el equipo de la ciudad vegeta por lo que sería la Tercera División española para en el futuro jugar en un fantástico recinto catalogado por la FIFA como de primera clase.

La idea que parece haber presidido la construcción de los estadios mundialistas es llevar a un máximo de espectadores a la menor distancia posible del acontecer sobre el rectángulo. Los arquitectos abandonaron las viejas ideas muy extendidas en Alemania de que un estadio es un recinto para toda clase de eventos deportivos, con pistas de atletismo alrededor y el consiguiente alejamiento de los espectadores. Sólo los renovados de Berlín, Nuremberg y Stuttgart conservan las pistas de atletismo. Los de Berlín y Nuremberg también conservan connotaciones con el pasado más negro de Alemania, el nazismo. El de Berlín fue escenario de los Juegos Olímpicos de 1936 y en Nuremberg se celebraban las grandes reuniones del partido nazi, una incluso en el mismo estadio. En Berlín se han respetado las normas de la protección de los monumentos y quedan restos de la arquitectura nazi en un estadio que se construyó para la mencionada cita olímpica. En el de Nuremberg se advierte el pasado en los restos de la vieja tribuna, pero su diseño octogonal le quita todo resto de solemnidad.

Los planes de multiuso de algunos estadios han impuesto soluciones originales. El de Gelsenkirchen se quiere utilizar para toda clase de espectáculos y recitales musicales. Para evitar que la pradera se dañe se ha buscado una solución con un césped de quita y pon que se recoge y se saca cuando sea necesario. Se trata de 11.000 metros cuadrados de hierba y cada salida cuesta 15.000 euros. Por eso se ha dicho que es "el cajón más caro del mundo".

La joya de la corona, calificado de "una obra de arte arquitectónica", es el nuevo estadio de Múnich, obra del estudio de los arquitectos suizos de Basilea Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Trabajaron en la construcción 1.500 obreros de 20 países y parecía imposible cumplir los plazos de la FIFA de terminarlo un año antes del Mundial. El hallazgo de varias bombas enterradas de la II Guerra Mundial y el mal tiempo detuvieron y obstaculizaron los trabajos. Se trata del estadio más moderno y más seguro. Se desaloja en un cuarto de hora y el metro que llega cada dos minutos escupe 21.000 viajeros por hora. Alrededor del estadio se ha construido el mayor aparcamiento de Europa, con capacidad para casi 10.000 vehículos.

Lo más impactante del estadio de Múnich son los 2.874 cojines de un material plástico muy resistente y que no se incendia aunque los hinchas lancen cohetes contra ellos. Los cojines le dan un aspecto de balsa de goma y así le llaman ya. Se pueden iluminar de diferentes colores, según el equipo que juegue: rojo para el Bayern Múnich y azul para el Múnich 1860. En los partidos internacionales los cojines se iluminan con luz blanca. El estadio emerge y se ve desde la distancia como una enorme balsa.

La inspiración para el diseño no puede haber sido más clásica: el Coliseo de Roma. Los asientos del estadio son de color gris para tratar de conseguir un contraste con la pradera. En un reportaje sobre el estadio de Múnich, el periodista, casi en trance, cerraba con las palabras: "Nadie puede resistirse a la magnética atracción de este estadio. Es una catedral de la modernidad construida para el mundo del fútbol".

El estadio de Múnich, con sus 2.874 cojines de un material plástico resistente incluso al fuego.
El estadio de Múnich, con sus 2.874 cojines de un material plástico resistente incluso al fuego.ASSOCIATED PRESS

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