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Entrevista:LARRY DIAMOND | Politólogo y ex asesor del Gobierno de EE UU | El conflicto de Irak

"El plan de Bush para Irak era una fantasía increíble"

Guillermo Altares

El profesor de la Universidad de Stanford Larry Diamond es uno de los grandes expertos mundiales en procesos democráticos. Por eso resulta especialmente preocupante su discurso sobre Irak: que se trata del peor desastre de la política exterior estadounidense, un vivero de terrorismo internacional que, sin duda, afectará a Europa y EE UU. El profesor Diamond, de 54 años, autor de numerosos libros, el último: Una victoria malgastada: la ocupación estadounidense y el desastroso esfuerzo para traer la democracia a Irak, se mostró siempre en contra de la invasión, pero aceptó trabajar para las autoridades de ocupación en los primeros meses del año 2004. Pero, frustrado ante el estallido de la violencia y por el hecho de que nadie escuchase los consejos para los que había sido contratado, dejó su puesto. Diamond estuvo recientemente en Madrid invitado por la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) para pronunciar una conferencia.

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Pregunta. ¿Cree que en algún momento la democracia en Irak fue posible?

Respuesta. Es una cuestión que me he planteado muchas veces. Creo que la guerra fue un error colosal. La falta de preparación, la incompetencia, la ineficacia en tantos niveles de la Administración de Bush ha hecho que ahora estemos luchando para que Irak no termine por convertirse en un desastre total, seguramente el peor desastre en el exterior de la historia de EE UU. No creo que la democracia como tal sea ahora un objetivo realista en Irak, más bien podemos llegar a algún tipo de semidemocracia. No puedo estar seguro de que en algún momento hubiese sido posible. Quizás sí, pero sólo si hubiésemos hecho todo desde el primer momento de una forma correcta, lo que hubiese necesitado muchas más fuerzas militares, al menos el doble. Hubiese requerido un plan muy diferente. El plan de la Administración de Bush era entregar el poder a una serie de exiliados iraquíes y a otros que ya habíamos preseleccionado. La idea era crear un país pro-estadounidense, pro-Israel... Era una fantasía increíble.

P. ¿No tiene la sensación de que ahora se ha llegado a un callejón sin salida: si se van las tropas estadounidenses es malo, pero si quedan es peor?

R. No creo que haya una solución, creo que Estados Unidos se encuentra en la peor pesadilla en el exterior que yo he visto en mi vida, y eso incluye Vietnam. Es verdad que en Vietnam murieron muchos más estadounidenses, pero siempre hubo una solución que no fuese una amenaza para la seguridad de nuestro país: negociar una salida de las tropas. Irak se ha convertido en lo que no era antes de que la Administración de Bush, con tanta arrogancia e imprudencia, invadiese el país en marzo de 2003. Es un refugio para el terrorismo internacional, incluso tras la muerte de Zarqaui, puede desestabilizar a sus vecinos y provocar una guerra regional, es una fuente de inestabilidad para EE UU y Europa, pero una salida con un calendario de seis meses haría que Irak se precipitase hacia una guerra civil total.

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P. ¿Puede convertirse Irak, como fue Afganistán en los años ochenta y noventa, en una fuente de terrorismo para el resto del mundo?

R. No es ya una hipótesis: lo será, lo es. Los yihadistas que han seguido la llamada de la guerra santa han venido desde muchos lugares, incluso desde Europa. Están siendo entrenados, adoctrinados y van a llevar eso a Europa y a EE UU. Va a haber una nueva generación de terroristas que tendrán armas y motivaciones. Irak ya tiene unas profundas y terribles consecuencias en materia de seguridad para Europa y EE UU.

P. Usted estuvo durante tres meses en Irak a principios de 2004, pero luego dejó su puesto. ¿Cuáles fueron los motivos?

R. Después de tres meses en Irak tenía previsto volver en abril a EE UU por motivos personales, y fue entonces cuando la situación se deterioró de forma impresionante. Mientras nacía el Ejército del Mahdi, comenzó un enfrentamiento a gran escala con la insurgencia suní tras el asesinato de cuatro contratistas estadounidenses en Faluya, cuyos cadáveres fueron colgados y mutilados. Cuando me iba hacia Estados Unidos, el país se sumergía en una guerra en dos frentes y vi un cambio dramático en nuestra capacidad para actuar, para implicar a los iraquíes en un proceso democrático. Mis consejos en la Zona Verde no eran escuchados. Envíe un informe muy detallado a [la secretaria de Estado] Condoleezza Rice sobre la situación y sobre lo que creía que había que hacer. Si hubiese tenido una respuesta, quizás me hubiese replanteado regresar.

P. En algunos países, como en Egipto, las reformas democráticas han sufrido un súbito parón, mientras que la victoria de Hamás en Palestina ha provocado un malestar unánime en Occidente. ¿Hay que perder la esperanza de que la democracia vaya a implantarse en el mundo árabe?

R. No creo que la democracia en el mundo árabe sea una causa perdida; pero creo que la creencia de que iba a producirse en breve, como consecuencia de un efecto dominó, en el buen sentido, después de Irak, se ha demostrado muy naïf. Es algo necesario para reducir alguno de los problemas más graves de Oriente Próximo, como la pobreza, pero lo que hemos visto en Palestina y Egipto, el extraordinario resultado de los partidos religiosos en Irak, nos muestran que el proceso es complicado. Si no empujamos para que se produzcan reformas reales para abrir la sociedad civil e implantar el Estado de derecho vamos a traicionar nuestras promesas y nuestra propia seguridad; pero, por otro lado, si empujamos demasiado rápido, en particular en el terreno electoral, vamos a tener resultados que no sólo no nos van a gustar, sino que pueden ser muy perjudiciales para nuestra seguridad nacional y que no harán avanzar la causa de la democracia, porque los vencedores no están comprometidas con ella. Necesitamos que Estados Unidos y Europa tengan una aproximación común y a largo plazo.

Larry Diamond, durante la entrevista en Madrid.
Larry Diamond, durante la entrevista en Madrid.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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