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El drama de la inmigración irregular

"Los marroquíes dispararon y quitaron las escaleras"

Tereixa Constenla

Escondido en el bosque, el congoleño Gustave K., de 34 años, se dedicó ayer a socorrer a un compatriota, herido en un ojo de la pedrada que recibió mientras intentaba entrar en Melilla. Gustave no figuraba entre el medio centenar de subsaharianos que trataron de saltar la valla y que eligieron el momento aprovechando una visita del rey Mohamed VI a la zona, porque a última hora dio marcha atrás. "Pensaron que había menos policía", dijo ayer por teléfono desde algún punto de Nador. También Chakib Al-Khayari, presidente de la Asociación de Derechos Humanos del Rif, abundó en esta explicación: "El Rey estaba de visita y creyeron que la vigilancia se relajaría".

En los bosques de Nador, la provincia marroquí que limita con Melilla, se esconden alrededor de 200 subsaharianos, según Al-Khayari, que reciben apoyo humanitario de distintas organizaciones. La presión policial marroquí, además, se había suavizado en los últimos meses, tras el férreo control desplegado el año pasado a raíz de la crisis de las vallas en Ceuta y Melilla, cuando se repitieron varios saltos masivos, en los que fallecieron 14 africanos.

Según los testimonios recogidos ayer por Gustave K. entre sus compañeros, los marroquíes "dispararon" y "quitaron las escaleras" que habían utilizado los inmigrantes para subir a la valla, por lo que algunos se quedaron "en lo alto". Desde el lado español, le contaron, se emplearon luces potentes para iluminar el lugar por donde intentaban entrar los subsaharianos.

Escaleras de madera

Para saltar, los inmigrantes emplearon escaleras de madera fabricadas por ellos en el bosque, similares a las que utilizaron el año pasado, aunque de mayor altura ya que la valla mide ahora seis metros. Sólo cinco subsaharianos lograron en esta ocasión superar esta primera valla, aunque a continuación se encontraron con la sirga tridimensional instalada a finales de 2005 para tratar de impedir el acceso de inmigrantes y una segunda valla.

La mayoría de los inmigrantes que trataron de cruzar procedían de Camerún y Malí, aunque también había nigerianos, senegaleses, guineanos y congoleños. Cinco de ellos fueron detenidos por los gendarmes marroquíes, según el recuento realizado por los propios africanos.

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Gustave K, que lleva año y medio deambulando por la zona, criticó ayer con dureza la presión marroquí contra los subsaharianos que desean acceder a Europa. "El bosque está reservado para los animales y los seres que no tienen raciocinio. Marruecos es el único país que sigue teniendo a los sin papeles como si fueran animales", recriminó.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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