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Las 29 vidas del gobernador de Ramadi

Mamoon Sami Rashid es el gobernador de las 29 vidas. Ése es el número de intentos de asesinato que ha padecido desde que asumió el cargo de gobernador de la provincia de Al Anbar en enero de 2005. "Desde ahí", dice señalando con el dedo, "es desde donde el suicida intentó asesinarme". Junto a la carretera, donde señala con el dedo, permanecen los restos de una docena de automóviles. Coche bomba, ataque suicida, mortero, pistola, en su vehículo, en su casa, en la mezquita: los insurgentes han intentado matar a Rashid tantas veces y de tantas maneras que casi ha perdido la cuenta.

La vida es así en Ramadi, la violenta capital de la provincia de Al Anbar, y bastión de la insurgencia suní. Rashid probablemente necesitará unas pocas vidas más, antes de que su mandato termine este año. Su predecesor, Raja Nawaf, fue secuestrado y asesinado. Su mano derecha, Talib al Dulaimi, murió tiroteado. El presidente del consejo provincial murió en abril. El mes pasado, la secretaria del gobernador fue decapitada.

Rashid, de 49 años, sobrevive con, y sólo con, la protección de los marines americanos. "Es muy, muy difícil hacer venir a la gente aquí", dice Frank Corte Jr. coronel de los marines, un reservista y legislador del Estado de Tejas y consejero del señor Rashid. "En mayo, estábamos al completo -alcaldes, directores generales y contratistas- y entonces tuvo lugar el ataque al gobernador y la decapitación de su secretaria. El mensaje se extendió. La mayoría de ellos no volvió nunca más".

El área alrededor del Gobierno central en Ramadi ha sido destruida en un perímetro de unos 800 metros. La mayoría de los barrios tienen sólo unas pocas horas de electricidad a lo largo del día. "Es una lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre la Constitución y la continuación de la anarquía", dice Rashid.

En una reciente reunión del Gobierno provincial sólo acudieron a la cita 6 de los 39 miembros. El tema más espinoso fue la desaparición de siete millones de dólares del banco Al Rafidain en el centro de Ramadi, junto a la sede del mando norteamericano. Nadie admite haber visto nada. Rashid comentó: "Es difícil que con toda esa presencia militar en la puerta de al lado pudieran hacerlo, ha sido alguien desde dentro". El coronel Sean MacFarland, comenta: "Los ahorros de la gente estaban ahí. ¿Tenían los depósitos asegurados?". Rashid le replica con media sonrisa: "En Irak, no tenemos eso".

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