_
_
_
_
_
Reportaje:Escalada militar en Oriente Próximo

"Hezbolá quiere incendiar la región"

La ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, acusa a la milicia chií de provocar los ataques y se reafirma en no negociar presos por soldados secuestrados

Andrés Ortega

"No queremos una escalada, no queremos abrir nuevos frentes", afirmó ayer, refiriéndose a Siria, la ministra israelí de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, en conversación con un grupo de periodistas europeos. Pero dejó muy claro que su país no va a negociar la entrega de sus soldados capturados a cambio de la liberación de presos en las cárceles israelíes, ni está dispuesto a permitir al grupo Hezbolá "un derecho de veto sobre las relaciones entre Israel y los palestinos". Para Livni, Hezbolá, y especialmente su líder Nasrala, quieren "incendiar la región". El caso es que Israel tiene dos frentes abiertos y conectados, Gaza y Líbano, Unos explican que es para evitar que los soldados israelíes capturados en Gaza o en el norte puedan ser sacados de la franja o de Líbano. Otros, para evitar la entrada de armas. Nada está claro.

Más información
El líder de Hezbolá amenaza a Israel con una "guerra abierta"

Israel parece haber sido tomado por sorpresa por Hezbolá, pese a que hubo intentos previos de capturar a soldados en la frontera entre Israel y Líbano, cuatro en el último año. Son varios, incluidos Livni y el histórico viceprimer ministro Simón Peres, los que reconocen que el Ejército israelí ha cometido un error táctico al dejarse capturar un cabo en Gaza y dos soldados en la zona fronteriza con Líbano. Según un alto funcionario israelí, "ha sido una sorpresa táctica, no estratégica" y no se entiende que el Ejército se haya dejado sorprender, pues es algo que se esperaba, aunque ningún soldado israelí había sido capturado desde 1994, y ahora van tres en algo más de dos semanas. Hezbolá ha buscado en una acción militar, la captura -"secuestro" es el término empleado por los israelíes-, "el mejor método desarrollado por Hezbolá para ganar legitimidad" y conseguir la liberación de presos en las cárceles israelíes. Pero en esto el Gobierno es claro, al menos de momento: no habrá intercambio de presos.

El momento de la operación de Hezbolá, según Livni, ha sido cuidadosamente elegido: en periodo de turismo para Líbano, con la cuestión de Gaza humeante y cuando aumentaba la presión para que Irán respondiera a la propuesta de los Seis sobre su programa nuclear antes de la cumbre del G-8 que se abre mañana en San Petersburgo. La atención se ha desviado de Irán, cuando según Peres, aparece un eje del mal formado por Hamás, Hezbolá, Siria e Irán. Hezbolá -que no está en la lista de organizaciones terroristas de la UE y participa en el Gobierno de Líbano-, no busca "ningún objetivo territorial", aunque sí, según Livni, "conectar el Norte de Israel y Gaza". Aunque, según un alto funcionario israelí con acceso a los informes de inteligencia, Siria no quiere verse totalmente comprometida por Irán. Este funcionario estima que a través del paso de Rafah entre Gaza y Egipto entra y sale no sólo dinero -hasta ahora 120 millones de euros-, sino monitores de Hamás y de Hezbolá, algo que en parte confirmó Livni. El ataque desde Líbano iniciado por Hezbolá es "parte de un reto regional a Occidente", según repiten todos los interlocutores israelíes.

Lo que pretende Israel, según Livni y Peres, es sacar a Hezbolá del sur de Líbano y obligar a que el Ejército regular libanés tome el control de la frontera, de acuerdo con la resolución 1.559, incumplida, del Consejo de Seguridad de la ONU. No será fácil, e Israel lo sabe, por lo que en su estrategia hay elementos oscuros. El Ejército oficial libanés tiene mucha menos fuerza que Hezbolá. En el camino, Líbano puede volver a saltar por los aires, una crítica implícita ayer a Israel en la reacción de Bush.

El ataque contra unas pistas del aeropuerto de Beirut se justifica desde Israel en que "está controlado por Irán", según Peres, y, añadieron otros expertos, a través de él entran libremente armas para Hezbolá. Tanto Livni como Peres insisten en que los israelíes no van a entrar en Líbano para quedarse como tampoco reocupar Gaza. La ministra asegura que su Gobierno "no tiene una agenda oculta, y que todo acabaría si Hamás y Hezbolá entregaran a los soldados capturados y pararan los bombardeos. Pero, aunque Peres tampoco cree que habrá una escalada regional, ¿quién controla?

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Livni se siente bastante arropada por los homólogos con los que ha hablado de la situación, aunque la comunidad internacional no quiere que se vea afectado el proceso de normalización libanés. En cuanto a las críticas internacionales sobre la desproporción de las acciones israelíes caen en saco roto. Consideran inevitable la muerte de civiles cuando Hamás y Hezbolá esconden sus cohetes en casas particulares y se mezclan con la población civil. "En Oriente Próximo la elección está siempre entre opciones malas", según Livni. El caso es que con todo esto en Israel el campo de la paz sigue sin sacar la cabeza y la idea de la desconexión unilateral israelí de Cisjordania está muerta.

Un policía israelí en el lugar donde cayó un cohete lanzado por Hezbolá, en la ciudad de Nahariya.
Un policía israelí en el lugar donde cayó un cohete lanzado por Hezbolá, en la ciudad de Nahariya.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_