Ni rastro de ETA ni rastro de Titadyne
En apenas 48 horas, la pista de ETA se disolvió como humo en el aire tras el 11-M. Después de 28 meses de investigaciones donde se han analizado miles de llamadas telefónicas, cientos de restos dejados por los terroristas en los escenarios de la matanza y en los inmuebles que ocuparon para preparar su atentado, cientos de declaraciones de testigos y amigos de los autores de los atentados, no se ha encontrado ni un sólo rastro solvente que pudiera relacionar con ETA a los islamistas radicales que perpetraron la acción terrorista más grave en la historia de España.
La sospecha sobre ETA duró tan poco como la versión que un policía dio sobre el tipo de explosivo utilizado en la matanza. A las doce de la mañana del 11 de marzo, apenas cuatro horas y media después del atentado, los responsables del Ministerio del Interior recibieron una información clave para hacer oficial su principal teoría. El agente comunicó por teléfono que la dinamita utilizada para el atentado de los trenes era Titadyne, la misma que ETA venía utilizando en los últimos años en todos sus crímenes.
Sólo unas horas después de esa comunicación, los expertos de la policía rectificaron su primer veredicto respecto al tipo de explosivo utilizado, y la sospecha sobre la autoría de ETA empezó a deshilvanarse.
El Gobierno del PP buscó contactos entre presos etarras y presos islamistas para mantener su teoría. Apenas encontró media docenas de supuestos contactos entre islamistas y etarras presos, que no condujeron a ningún sitio.
La policía ha llegado a rastrear las llamadas de los etarras a los que se detuvo cuando llevaban una furgoneta cargada con 500 kilos de explosivos a Madrid en busca de algún contacto telefónico con los terroristas islamistas que trasladaron la Goma 2 desde Asturias. El resultado ha sido el mismo: ni rastro de ETA, ni rastro de Titadyne.
