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Escalada militar en Oriente Próximo

Miles de israelíes huyen del fuego de Hezbolá

Por primera vez en 30 años la población de la frontera con Líbano tiene que ocultarse en refugios o marcharse

Los israelíes rememoran la peor de sus pesadillas: las guerras con los países árabes que han forjado su conciencia colectiva. Más de medio millón habita el norte de Galilea, pero ayer costaba ver a una persona en cualquier calle de cualquier ciudad. Decenas de miles han huido hacia el sur escapando del fuego de Hezbolá, que cada día golpea en poblaciones nunca antes alcanzadas, a 40 kilómetros de la frontera. El resto mata las horas en los refugios subterráneos.

Por primera vez, la milicia chií ha utilizado un misil teledirigido, destrozando un buque de guerra israelí anclado frente a Beirut. Israel tiene pánico, y cuando este sentimiento aflora sólo puede augurarse una venganza demoledora.

La milicia chií ha empezado a utilizar misiles teledirigidos
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Un jefe del Ejército comentaba el miércoles que Israel haría "retroceder el reloj 20 años". Echaba la vista atrás, hasta la invasión de Líbano por unas tropas israelíes que se afanaban entonces por machacar a la OLP de Arafat. Se quedó corto el uniformado. Las manillas han retrocedido mucho más. Los israelíes piensan ahora en la guerra de Yom Kippur de octubre de 1973, cuando los ataques coordinados de varios países árabes estuvieron a punto de derrotar al Ejército más poderoso de la región y uno de los más potentes del mundo. Hezbolá es mucho más fuerte que las milicias palestinas.

Es la primera vez en más de tres décadas que una buena parte de la población israelí tiene que evacuar ciudades o vivir como topos. Las poblaciones del norte han ido adquiriendo un aspecto fantasmagórico. Nahariya, a ocho kilómetros de la frontera libanesa, es atacada a diario con cohetes Katiusha desde el miércoles, día en que los milicianos de Hezbolá capturaron a dos soldados israelíes y mataron a ocho. En pleno verano debería estar llena de bullicio y de turistas. El silencio es total durante las 24 horas. Cinco civiles han muerto desde entonces en esta y otras dos ciudades norteñas.

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Es una cifra menor si se compara con el casi centenar de civiles libaneses fallecidos. Pero los misiles de Hezbolá llegan cada día más lejos. El jueves fue Haifa; ayer Tiberiades, a los pies de la meseta del Golán -tierra siria ocupada por Israel desde 1967-, a 35 kilómetros de la frontera ambas ciudades. En Nahariya, los lugareños están habituados a recibir el impacto de los cohetes. En Haifa, Tiberiades, Safed -donde cayeron ayer de nuevo varios Katiushas-, son incapaces de adaptarse a los impactos. Los cohetes barren el norte. Docenas fueron lanzados sobre Carmiel, Kefar Hittim, junto al mar de Galilea, Abu Snan, Evron, Hatzor, Pekiin, Hagligit, y la comunidad agrícola Ben Ami. Poco antes de las seis de la tarde, la policía aconsejaba por megafonía a toda la población de Nahariya, también en lengua española, que no abandonara los refugios. Minutos antes se escuchaba el estallido de media docena de misiles.

El poder de disuasión de Israel, cuyo empeño por demostrar su invulnerabilidad ha sido una constante desde la fundación del Estado en 1948, ha sufrido una fisura evidente. Podrá el Ejército hebreo devastar Líbano. Pero se enfrentan a un enemigo que ha demostrado grandes progresos en el campo de batalla y que puede hacer daño. Hezbolá lo consiguió el viernes.

Fuentes militares aseguran que la milicia islamista se estrenó en el empleo de un "misil dirigido por radar con un alcance de 100 kilómetros". "Es un arma muy sofisticada que ha sido suministrada por un Estado terrorista a otro", afirmó la fuente. El navío anclado a 16 kilómetros de la costa de Beirut, cuya misión era bloquear el espacio marítimo libanés, quedó seriamente dañado y debió regresar al puerto de Haifa. Un militar falleció a bordo y tres permanecen desaparecidos. El Gobierno israelí está convencido, además, de que Hezbolá dispone de misiles tierra-tierra con un alcance de 70 kilómetros, lo que pondría a tiro ciudades como Hadera o Netania, en la costa del Mediterráneo, y de un arsenal de entre 10.000 y 15.000 cohetes y aviones no tripulados.

La situación es extremadamente delicada. Israel no cesa de acusar a Irán y a Siria por la escalada bélica. Muchos en Líbano opinan que no hay vuelta atrás. Aunque amplios sectores de su población y de la clase política critican abiertamente que Hezbolá emprendiera la operación contra Israel. Pero no es probable que se intente aplicar la fuerza para doblegar al partido-guerrilla chií.

Hezbolá no va a claudicar; no va a desarmarse; no va a liberar a los militares israelíes capturados. Al contrario, bastantes piensan en Beirut que esta operación se preparó desde hace tiempo con el respaldo de Damasco y de Teherán.

Una mujer israelí alimenta a su esposo mientras otro hombre reza en un refugio subterráneo de Kiryat Shemona, en la frontera con Líbano.
Una mujer israelí alimenta a su esposo mientras otro hombre reza en un refugio subterráneo de Kiryat Shemona, en la frontera con Líbano.REUTERS

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