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La teoría del reloj relajado

¿Cómo saber desde cuándo lleva el virus de la hepatitis C corriendo por las venas de los afectados por el brote de Valencia? Para saber cúando se ha producido la separación del ancestro común (el virus antepasado compartido en este caso) entre dos o más descendientes, los científicos suelen acudir a la teoría del reloj molecular.

Este concepto presupone que el ritmo de acumulación de diferencias (mutaciones) entre dos muestras es proporcional al tiempo que ha pasado desde que se separaron de su progenitor. Así, sabiendo las diferencias producidas, en este caso en los virus de los pacientes, e introduciendo factores de corrección, la cosa está hecha. Sin embargo, no es tan fácil como parece, según refleja el Informe sobre las fechas probables de infección de los pacientes afectados del brote de hepatitis C, elaborado por los genetistas Fernando Gonzáleza Candelas y Andres Moya Simarro.

Además de enfrentarse a cuestiones relacionadas con la falta de información de la evolución de las mutaciones y sus fechas, los investigadores tuvieron que lidiar con un aspecto relacionado con la naturaleza de este virus que chocaba frontalmente con la teoría del reloj molecular. El sistema inmunitario del paciente planta cara al virus, y en este combate, el agente infeccioso responde produciendo de forma masiva nuevas variantes para esquivar las defensas del cuerpo y buscar puntos débiles por donde introducirse. Este comportamiento es extraordinariamente variado, en función de la respuesta que se encuentra el invasor. Hay organismos que apenas muestran resistencia y el virus ni se molesta en cambiar, y otros que someten al asaltante a un esfuerzo constante de replicación. Conclusión: no hay un reloj molecular único, sino que cambia de unos individuos a otros.

Hasta hace poco, este problema se resolvía eliminando del estudio a las partes más proclives a estos cambios acelerados a los que les sometían las defensas, lo que eliminaba información valiosa al trabajo. La respuesta definitiva para hacer frente a la variabilidad extrema del virus llegó a principios de año con el método denominado del reloj relajado. Las bases del estudio estaban sentadas.

Con todo ello, los investigadores han determinado las fechas probables de infección de los afectados. Por un lado, comparando las diferencias entre la región E-1 y E-2 del virus (una proteína con una extensión de 472 nucleótidos) respecto a las del anestesista Juan Maeso como presunto agente de contagio. Y contrastando las diferencias con las secuencias de un grupo de pacientes del que se ha podido determinar la fecha de contagio -gente que estaba sana antes de operarse y luego dio positivo a las pruebas-.

El resultado indica que la fecha de infección de los 276 pacientes es posterior a la de Maeso (7 de junio de 1988) menos en un caso (22 de agosto de 1987). Aunque tiene explicación: su intervalo de infección oscila entre septiembre de 1982 y octubre de 1991. Un rango "claramente compatible" con el de la supuesta fuente del brote.

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