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Guerra de ofertas en el sector eléctrico

La feria eléctrica, segundo acto

El enfrentamiento político-económico por la OPA de Gas Natural entra en una nueva dimensión tras las exigencias de la CNE

Miguel Ángel Noceda

Cada uno cuenta la feria según le va. A punto de cerrarse un capítulo transcendental del culebrón de la compra de Endesa, todos los protagonistas buscan el lado positivo del desenlace. Existe el convencimiento general de que hay que alcanzar una solución satisfactoria para todos, pero todavían quedan dificultades.

Han sido, hasta ahora, casi 11 meses desde que el 5 de septiembre de 2005 Gas Natural (GN) lanzara la oferta pública de adquisición (OPA) sobre Endesa, que para los responsables de esta empresa fue más una ofensa que una oferta. A sus tesis, muy teñidas del antinacionalismo catalán que en esos momentos imperaba por el proyecto de Estatut, se sumó inmediatamente el PP, mientras el Gobierno no ocultó su apoyo a la operación aludiendo al encomiable afán de crear "campeones nacionales". Y es que detrás de GN estaba (y está) La Caixa, la primera caja de ahorros de España. Para colmo, la segunda, Caja Madrid, era (y es) el principal accionista, con un 10%, del capital de la empresa opada, donde hay varios consejeros muy cercanos al PP. Surgió un pulso político-económico (o económico-político) de imprevisible desenlace. Una marabunta. ¿Quién daba más?

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En seguida se supo la respuesta. Manuel Pizarro, presidente de Endesa, y los suyos se parapetaron en su fortaleza e iniciaron una defensa en toda regla, sin reparar en gastos (despachos de abogados, asesores de todo tipo, gabinetes de comunicación...), mucho más potente que la de su atacante. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, acusó a La Caixa de quererse llevar la sede de Endesa a Cataluña (fuera de "territorio nacional", dijo en un lapso muy recordado) y algún dirigente del PP llegó a sugerir que prefería que la primera eléctrica española cayera en manos de un grupo extranjero que en las de un catalán. Más allá de las bravuconadas, los contactos políticos no prosperaban, quedando todo pendiente de los organismos reguladores y de la justicia, ante la que las empresas se cruzaron varias demandas.

Para entonces, Endesa había buscado pactos en Europa, que cristalizaron en un acuerdo con la alemana E.ON, el primer grupo energético del mundo. Lo que en principio fue un ofrecimiento para que se quedase con el 24,9%, se convirtió en una oferta por el 100% mucho mejor que la de GN (25,40 euros por acción, y todo en dinero, frente a los 19,30 euros de GN, de los que dos tercios son en acciones). Para el accionista de Endesa no había color. Otra cosa era lo que se dirimía en terreno político.

Que no era poco. La irrupción de E.ON en la batalla pilló desprevenidos a todos, incluso a los iniciados, a pesar de algunas filtraciones que hicieron subir el valor de Endesa un 2%. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lo supo de boca de la canciller alemana, Angela Merkel, entrada la noche del 20 de febrero. Era lunes y los responsables de E.ON, con su presidente, Wulf Bernotat, a la cabeza, estaban en Madrid. Zapatero les convocó a La Moncloa para conocer sus intenciones y leerles la cartilla. La intención del gigante alemán iban mucho más allá de lo que se podía esperar de un caballero blanco (inversor que acude en defensa de una empresa que ha recibido una oferta hostil).

La tormenta arreciaba y el problema para GN y el Gobierno es que apuntaba mal. La ley no escrita del mercado, en la que gana el mejor postor, no les ayudaba ante la opinión pública.

El Gobierno no tardó en descubrir que el Ejecutivo alemán había diseñado una normativa ad hoccuando autorizó la adquisición de Ruhrgas por parte de E.ON en 2002. Impuso que, en caso de que esta empresa fuera comprada por otra, el Gobierno podría obligar a vender los activos de gas "si lo consideraba perjudicial para los intereses estratégicos del país". Cuando Zapatero manifestó en el Senado, el mismo día que se conocía la OPA de E.ON, que "España quiere tener un grupo energético fuerte igual que Alemania", estaba apelando a ese espíritu estratégico.

No es de extrañar, por tanto, que el Gobierno aprobara un real-decreto en el que daba a la Comisión Nacional de la Energía (CNE) potestad para vetar la OPA de E.ON y para poner condiciones si lo cree necesario para el interés nacional. No hay que olvidar que el eléctrico es un sector estratégico y en ese contexto hay que enmarcar la actuación del Ejecutivo.

Ahora bien, las exigencias de la CNE pueden encontrar serios obstáculos en Bruselas al considerar que vulneran la libre competencia, en línea con el recurso de inconstitucionalidad que presentó el PP contra el citado real-decreto. El partido de la oposición, que hasta cierto punto ve satisfechos sus objetivos, califica de "disparate" la venta de activos propuesta por la CNE. En cualquier caso, este asunto ha puesto sobre la mesa el debate sobre la independencia que se atribuye a los organismos reguladores, como la CNE, donde, según fuentes políticas, se ha demostrado que se puede ser más o menos flexible dependiendo de los intereses.

El Gobierno pretendía que la CNE allanara el camino al grupo alemán, del que se espera que ahora recurra la decisión para que se rebajen las exigencias a una cifra que considere razonable, más acorde con el acuerdo pactado con el Gobierno a través del ex ministro Carlos Solchaga, que actuó de intermediario. Fuentes del Gobierno subrayan que la apuesta firme por un país abierto, como refleja la evolución económica y la inversión privada, en particular en el sector energético, donde precisamente es, junto al Reino Unido, el país más liberalizado.

A E.ON le interesa sobremanera Endesa, no sólo por el mercado español, también porque entra en Francia, Italia y en Latinoamérica. Y si iene un final feliz, podría deparar el cambio en la cúpula de Endesa con hombres de confianza del Gobierno al frente. Si sigue adelante, GN tendrá que decidir si mejora la oferta alemana, se bate en retirada o compra activos de Endesa que se pongan en venta. Es una decisión que deberá tomar La Caixa, en cuyo seno no deja de verse como un alivio que el alboroto toque a su fin. Otra cosa es lo que piense Iberdrola, que se metió en el lío con el compromiso de comprar activos.Ahora, la solución pasa por adquirir lo que Endesa debe vender.

La posibilidad que se abre para E.ON, sirve también para que el sector se preste a toda suerte de alianzas. Fenosa, controlada por ACS; la italiana Enel (propietaria de Viesgo); la portuguesa EdP (de Hidrocantábrico), o la francesa EDF, están a la expectativa. El caso es, como refería ayer una fuente del sector, que puede acabar dominado por capital extranjero y que de "campeones nacionales pasemos a campeones dependientes".

José Montilla (izquierda) y Wulf Bernotat.
José Montilla (izquierda) y Wulf Bernotat.TEJEDERAS / REUTERS

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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