Grodek
Segunda versión
Por la tarde resuenan en los bosques de otoño
las mortíferas armas y en las llanuras áureas
y los lagos azules; sobre ellos rueda el sol
más oscuro; la noche
abraza a los guerreros morubundos, el lamento feroz
de sus bocas quebradas.
Mas silenciosamente en la pradera,
nubes rojas que un Dios airado habita,
se reúne la sangre derramada, la frialdad lunar;
todos los caminos desembocan en negra podredumbre.
Bajo el áureo ramaje de la noche y los astros
vaga por el callado bosque la sombra de la hermana
que saluda las almas de los héroes, sus cabezas sangrantes.
Y en el juncal resuenan quedamente las oscuras flautas del otoño.
¡Oh, más soberbio duelo!, altares de metal,
un inmenso dolor alimenta hoy la ardiente llama del espíritu,
los nietos que no han nacido aún.